Y, sin embargo, se mueve - Brecha digital
La cultura en 2021

Y, sin embargo, se mueve

Fue un annus horribilis para la cultura. Y, sin embargo, un año notable. Lo que sigue son los libros, los discos, los conciertos, las películas, las exposiciones y las obras de teatro que los críticos de Brecha consideran que se destacaron.

A lo largo de un año en el que la cultura luchó por hacer sentir su voz, en el que paulatinamente fuimos recuperando los rituales del café, del cine y del teatro, en el que las librerías volvieron a llenarse de gente, me gustaría destacar el proyecto editorial que lleva a cabo Criatura Editora, con su variedad de novelas, ensayos y libros infantiles.

Allá por julio, mes en el que retornaban las clases, aparecía la primera novela de Leonor Courtoisie: Irse yendo. Tan poética como dolorosa, esta obra se va construyendo y dilatando en torno a un simple árbol, pero que es como la piedra angular de toda una familia en ruinas.

Un mes después, llegó Más allá de agosto, estreno literario de Lourdes Rodríguez Becerra. Centrada también en una familia, esta novela en formato de diario presenta las vicisitudes cotidianas de su protagonista a lo largo de un mes.

Finalmente, en setiembre, Criatura dio a conocer la nueva colección de cuentos de Rosario Lázaro Igoa: Cráteres artificiales. A través de las dos secciones en las que se divide el libro, el lector puede encontrar algunas de las líneas ya iniciadas en Peces mudos, como el espanto, la agonía y la descomposición.

Florencia Rodríguez Fava

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Luego del cierre forzado de las salas de cine durante la mayor parte de 2020 y 2021, se vivió un efecto embudo por el cual las carteleras comenzaron a exhibir títulos uruguayos rezagados, estrenados casi al unísono. Diez largometrajes se sucedieron en carteleras entre setiembre y noviembre de este año, y, en algún momento de noviembre, ocho eran proyectados al mismo tiempo. Las propuestas iban desde el fantástico hasta el documental, desde la comedia liviana hasta el drama recargado, desde el cine más estandarizado hasta el de la más austera expresión autoral. Pero si nos centramos en la calidad, fueron tres óperas primas las que sobresalieron, realizadas por tres jóvenes directores: Agustín Banchero, Emilio Silva Torres y Matías Ganz. Sus películas, Las vacaciones de Hilda, Directamente para video y La muerte de un perroson muestras claras de talento, inteligencia y creatividad, y de un conocimiento pormenorizado de las diversas facetas de la realización cinematográfica. Tres cineastas a seguir de cerca y todo un mojón para el cine local.

Diego Faraone

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Dos mil veintiuno fue un año de intentar reencuentros. A pesar de las dificultades que atravesó la cultura, aquí se destacan tres hitos.

Gustavo Espinosa regresó con La galaxia Góngora y trajo consigo algo que escasea: las preguntas sobre el sentido. En la primera parte de la novela se relata la biografía del poeta apócrifo Evergisto Richar Cuenca, atravesada por la intención de sus amigos de construir un corpus crítico en su memoria. A la abundancia de registros entramados se suma la historia de Juan Rollfinke. En la segunda parte está la obra inédita de Cuenca, compuesta por 1.902 versos y con un argumento fantástico: el poeta barroco español es «cronotransportado» al Uruguay del siglo XX.

La vuelta a las salas hizo que el reencuentro con el cine nacional se agrupara en pocos meses. Las vacaciones de Hilda, de Agustín Banchero, interviene el paso del tiempo tanto dentro como fuera de la pantalla, con la historia de una protagonista enigmática en su simplicidad. Por momentos poética, a veces realista y casi siempre experimental, la película logra algo tan preciado como difícil: retumbar en la memoria de los espectadores durante mucho tiempo.

Junto con la reapertura de los museos, este año se retomó el Premio Figari y fue entregado a Linda Kohen. El acta de premiación señala que Kohen es «una referente tanto en pintura –hilo conductor de su trayectoria– como en técnicas que incluyen telas con collages en relieve o instalaciones que asumen los ángulos de posturas del espectador». La muestra antológica puede visitarse en el Museo Figari.  

María José Olivera Mazzini

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En 2021 resultó que los discos más interesantes fueron hechos por mujeres.

Dos de las saxofonistas improvisadoras contemporáneas más interesantes se aventuraron con discos netamente solistas: Erin Rogers, con 2000 Miles, y Catherine Sikora, con Corners. Ambos grabados por ellas mismas, en soledad, dialogando con el espacio. Erin busca por un lado gutural, mientras que Catherine sigue la tradición melódica. Ninguna se queda simplemente en el material, pues son trabajos acerca de la forma. Son claras y directas, y, aun así, sumamente profundas. Discos esenciales para una escucha solitaria durante el crepúsculo.

Augura es el segundo trabajo de Animales de Poder. Muy finos arreglos armónicos y rítmicos de guitarra y percusión, de la mano de poesías que ambientan lo sonoro. Sin duda, siguen la herencia de la canción experimental uruguaya de los ochenta, pero con una conciencia de la coyuntura que les toca compartir. Al menos para mí, una propuesta que estaba esperando hace años.  

Santiago Bogacz

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A comienzos de este año, la editorial argentina Eterna Cadencia publicó Lo que vendrá. Una antología (1963-2013), una valiosa recuperación de intervenciones críticas de Josefina Ludmer. En estos textos, la ensayista lee y especula, traza series y explora temporalidades de la ficción latinoamericana. También polemiza («el conocimiento es polémico y estratégico», afirma). Cada libro que la autora publicó en vida fue una revolución en los modos de leer y Lo que vendrá… llega como el legado póstumo de esa forma radical de pensar la literatura.

Textos políticos, extraviados y dispersos (+Quiroga Ediciones) recoge más de una veintena de publicaciones poco conocidas de Horacio Quiroga. En el prólogo, Horacio Tarcus indaga en cuentos y correspondencias las afinidades del escritor salteño con el anarquismo y, de este modo, da un mayor desarrollo al «anarquismo sentimental» que Emir Rodríguez Monegal le atribuyera en su Genio y figura de Horacio Quiroga (1967). El libro se abre con «Una cacería», un relato que expone con brutalidad las otras caras de la «civilización».

Mathías Iguiniz

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El espectáculo musical más maravilloso del año debe haber sido el de Juana Molina. Solita en el escenario con guitarra, teclado, loopera y otros aparatos, nos largó los frutos de su concepto musical particularísimo, tan inteligente y vital. El sabor rítmico, la magia hipnótica de sus repeticiones terminaron alzando a toda la sala. Al final no había una sola persona sentada, nadie que no estuviera bailando, gozando y emocionándose.

Desde la escena local, otro espectáculo increíble fue Entreamigos, presentado en el Museo del Carnaval y que reunió a Eduardo da Luz y Chabela Ramírez. Fue una oportunidad de lujo para disfrutar del candombe a la manera de las comparsas de carnaval, el que es oriundo de la propia cultura del tambor. Estos dos íconos del candombe estuvieron acompañados de un grupo musical formidable, un coro totalmente compenetrado y una cuerda de tambores magnífica. Entre los tambores, el maestro Hurón Silva. ¡Malumba Giménez subió al escenario y también tocó un poco!

La música uruguaya sufrió pérdidas muy importantes en 2021. Murió Dino, uno de los máximos cantautores nacionales, exponente del candombe-beaty del Canto Popular. También Nancy Guguich, fundadora y figura central en Canciones para No Dormir la Siesta, el grupo que conjugó música para niños y resistencia política, agregando un elemento de fiesta infantil a los actos de Canto Popular. En el ámbito de la cultura popular más cercana al carnaval, se nos fueron el histórico parodista Pinocho Sosa, el murguista Carlitos Prado, el cantante Heber Píriz. Murió también Gustavo Oviedo, uno de los máximos tamboreros del candombe, líder y referente en el entorno de Ansina.  

Guilherme de Alencar Pinto

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Marosa di Giorgio regresa en la reedición de su narrativa erótica –Misales, Camino de las pedrerías y Rosa mística– para renovar el misterio de una escritura que hace saltar en pedazos cualquier idea previa sobre erotismo y sexualidad. «Soy una protagonista en llamas», dice en conjuro sublime y su escritura nos quema.

Los Cuentos completos de Armonía Somers reúnen toda la extrañeza y el desafío de una escritura insolente que derriba mitos, subvierte tradiciones y dice lo indecible. Por su espíritu crítico y la indagación inclemente del alma humana, su leyenda de autora furtiva y enigmática se expande en la lectura encadenada de todos sus relatos.

Broella. La ceremonia imposible es la primera novela de Ivonne Trías y opta por el realismo para narrar una saga familiar. El componente ficcional no excluye el contexto político y hacia el final incorpora episodios del terrorismo de Estado: centros clandestinos de detención, detenidos desaparecidos, la búsqueda tenaz de madres y de abuelas.  

Alicia Torres

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No es novedad que 2021 fue un año difícil para el sistema teatral. La incertidumbre para mantener salas abiertas, la adaptación a los nuevos aforos, la falta de apoyos solventes y la confirmación de una fragilidad laboral ya conocida fueron temas de amplios debates. Sin embargo, en el segundo semestre del año el teatro afloró y los espectadores agotaron entradas. En este balance destacan tres montajes en los que el trabajo en equipo fue el motor principal.Jirafas y gorriones,escrita y dirigida por Federico Guerra, es la comedia del año. Un elenco numeroso acompaña las líneas de dramaturgia que componen un excelente texto signado por el humor negro y las situaciones políticamente incorrectas para hablar mucho sobre el hoy.

Verano, con dramaturgia y dirección de Florencia Caballero, reúne las experiencias de un grupo de amigos en los veranos que pasan en Rocha durante 15 años. La puesta tiene un gran despliegue escenográfico y un trabajo entregado del elenco, con una excelente performance musical.

Dejar las armas,con dramaturgia y dirección de Vanessa Cánepa, narra la historia de un grupo de amigas que deben entregar el apartamento en el que conviven. Con inteligencia y sensibilidad, el texto reflexiona sobre la condición femenina en la sociedad de hoy, con un elenco solvente que lo deja todo.  

Ana Laura Barrios

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Broella. La ceremonia imposible. El siglo XX de punta a punta y una genealogía familiar sostenida por las mujeres y sus peripecias. Cicatrices, un montón. Entre ellas y en lupa, las generadas por la tragedia política de los años setenta. Es la primera novela de Ivonne Trías.

El mundo nuevo. Una novela que rescata silencios de la historia reciente. Junto con el historiador español Ignacio Ampudia, Gabriela Schroeder escribió sobre su familia, marcada a fuego por la militancia política y lo más crudo de la represión estatal en dictadura. Su padre, su madre y el compañero de su madre fueron asesinados. La novela es también un encuentro con ella misma.

Delia. La película de Victoria Pena se estrenó en el Festival Detour. Delia sostuvo la prisión política de su compañero desde el amor y la espera. Encontró en la escritura poética una vía de escape emocional. Los poemas perduraron y hoy salen a la luz para ser los personajes de una nueva vuelta en la historia familiar.  

Mateo Magnone

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Un año hamacado como pesado tren de carga. Un año titánico, que se hunde y se levanta para mantenerse a flote y nadar hacia su salvación, con la pandemia siempre pendiente como terrible espada de Damocles. Pero tuvo sus luces. La declaración por parte de la Unesco de la Iglesia Cristo Obrero de Atlántida como patrimonio mundial, acontecimiento que excede las artes plásticas pero las incluye, con el Cristo de Eduardo Díaz Yepes suspendido sobre el altar y una concepción integradora de ingeniería, arquitectura y plástica como solo Eladio Dieste pudo concebir. También la exposición Hombre flecha, de Rafael Barradas, en celebración de los 20 años del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, un pintor uruguayo que, con la curaduría de Enrique Aguerre, vuelve al podio internacional de los grandes vanguardistas históricos. En el ámbito local, las exposiciones de homenaje centenario marcaron la pauta: Antonio Pezzino, Manuel Espínola Gómez, Dumas Oroño, Tomás Cacheiro y Manuel Otero fueron los destacados. La pérdida reciente de dos referentes de la generación crítica como Nelson di Maggio y Juan Fló resulta difícil de procesar. Pero sobre fin de año también aconteció la «recuperación» del 50.º Premio Montevideo de Artes Visuales y del XXV Premio Figari del Banco Central del Uruguay a Linda Kohen, hechos que nos animan a mirar a los ojos a 2022 y anunciarle que estamos preparados para lo que venga.  

Pablo Thiago Rocca

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Lo primero a destacar es la gestión del equipo de Cinemateca, que logró atravesar los cierres pandémicos, estrenar un montón de películas nacionales y terminar el año con un festival lleno de títulos fundamentales del mundo entero. La Sala B del SODRE hizo un gran esfuerzo de programación para apoyar el cine uruguayo y latinoamericano, y el Cine Universitario resiste con ciclos creativos que suelen llenarse de gente joven. Mención aparte merece el Festival Detour, que sigue creciendo en convocatoria e importancia.

A pesar de los pesares, fue un gran año para el cine uruguayo. Se juntaron muchos estrenos y eso, si bien pudo haber perjudicado algunas películas (nunca había habido tanto cine nacional compitiendo entre sí), visibilizó la consolidación que está alcanzando nuestra producción nacional en términos de cantidad, calidad y diversidad. Entre muchos materiales muy valiosos, quisiera destacar la película Directamente para video, de Emilio Silva, por su apuesta a un lenguaje híbrido que rompe la frontera entre documental y ficción, y por su valentía para cuestionar místicas añejas que, muchas veces, resultan acríticas y contraproducentes. Que 2022 traiga más cine uruguayo y gente dispuesta a batallar por su circulación y distribución, no solo en Montevideo, sino en todo el país.  

Soledad Castro Lazaroff

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Los premios a Florencia Núñez. El 18 de octubre, en la entrega anual de los Graffiti, tuvo su propia noche de los dones. Envuelta en su melena dorada, levantó un brazo al aire y subió al escenario. Aunque no la acompañaba nadie, Flor no estaba sola: un logro tan personal es un logro colectivo.

El disco de The War on Drugs. Elija su propia aventura: el aislamiento voluntario de las redes sociales o el aislamiento obligatorio de la cuarentena. Para la banda de Adam Granduciel, habituada a la proeza de la música colectiva, las circunstancias dieron como resultado I Don’t Live Here Anymore: un disco sujeto a su tradición, pero menos landscapista. Más cancionero. Esta banda es una de las dos o tres razones por las cuales nos sigue gustando el rock and roll.

La muerte de Palo Pandolfo. Fue al banco, pasó frente al kiosco de diarios, dio cuatro o cinco pasos y se derrumbó. Unas semanas después, bajo el sol verde de Spotify, apareció su obra póstuma: Siervo. Eso es un título. Ser un siervo es servir. Los discos de Palo siempre fueron imperfectos, asimétricos. Siervo, sin embargo, es sereno y equilibrado. No es triste. Es una prueba del zen criollo. Una vez alcanzado el equilibrio de la budeidad, no queda más remedio que el vacío disolutorio de la muerte. Pero ¿cómo se va a morir este hijo de puta?  

Martín Graziano

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Una de las mejores cosas del año es saltarse las reglas al escribir sobre los mejores del año. Debían ser tres: aquí van 11. La mejor literatura del peor año: La galaxia Góngora, de Gustavo Espinosa; Zurcidor, de Fidel Sclavo; Mugre rosa, de Fernanda Trías –con premios Bartolomé Hidalgo y Sor Juana Inés de la Cruz incluidos–; Cráteres artificiales, de Rosario Lázaro Igoa; Tiempo sin claves, de Ida Vitale. Una celebración: el aporte al estudio de la obra de Circe Maia que significa la edición de Palabra en el tiempo. Un hito: la publicación de Torres García en la crisis del arte moderno, de Juan Fló, en el año de su muerte. Un rescate fundamental: Javiel Raúl Cabrera. Entre el olvido y la leyenda, de Pablo Thiago Rocca. Una reedición inesperada: Las aventuras de Juan el zorro, de Ombú y Dilo. Una memoria: Dura, fuerte y alocada, los 70 años del teatro El Galpón, de Carlos María Domínguez. Una pequeña joya escondida: Las tentativas, de Isabel Retamoso. Este fue un año de celebraciones y despedidas. Algunas merecerían notas más largas, como los centenarios de Augusto Monterroso y Leonardo Sciascia o la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano hace 500 años. Dos mil veintiuno debería declararse, además, como «el año del pensamiento mágico» y no solamente por la muerte de Joan Didion.  

María José Santacreu

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