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Vivir sin miedo

Vi en sus ojos algo que yo, más o menos joven, no tenía ya, no tengo; una inocencia y una alegría limpias que en algún momento dejé arrojadas en la cuneta de mi infancia. Él las tenía, las tiene.

Las 12 de la noche en Barcelona. Me estaba preparando para ir a dormir pero sonó el teléfono. Era Helena, con voz alegre y una energía arrebatadora.
—Vamos, Pablito, vamos con Dudu a Plaza de Cataluña.

Habíamos estado todo el día de arriba para abajo, Eduardo había recibido un prestigioso premio de la asociación de periodistas catalanes y acababan de salir de la cena oficial. Pero allí estaban, esperándome en una esquina de las Ramblas, felices y contagiados de aquella mística que encendió el 15M en España en aquel hermoso mes de mayo de 2011. Llegamos a la acampada. Yo venía de visitar algunas, juntos habíamos estado en la de Madrid, en Sol. Pero aquella noche Barcelona estaba linda, cálida. Sonaba la música y la gente no paraba de llegar como si fuera fiesta. Las tiendas de acampada ...

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