Uruguay se encuentra a las puertas del proyecto de una empresa trasnacional que, de concretarse, exigirá que le regalemos la friolera de 4.000 millones de dólares para que pueda trasladar a Finlandia la materia prima producida en nuestro país. Las expropiaciones, las vías del ferrocarril, el viaducto, el reforzamiento de puentes y el dragado del puerto nos obligarán a esa erogación gigantesca. Si las vías del ferrocarril le costarán al contribuyente 148 millones de dólares cada año, Upm pagará por esas vías 28 millones de dólares anuales.
Sin embargo, esto sólo es un aspecto de la gran estafa que se le hace a la nación, pues los 4.000 millones de dólares no incluyen los miles de millones de dólares que gastaremos en comprarle toda la energía eléctrica que nos quiera vender Upm aunque no la precisemos; y no incluyen los miles de millones de dólares que significarán la brutal exoneración de impuestos que se le otorgará, impuestos que debe pagar religiosamente toda la producción nacional.
No es que asistamos a la mayor inversión privada de nuestra historia. Eso en sí no es nada, pues en una inversión no importa su número mágico, sino su cualidad, sus consecuencias en nuestra economía y en nuestra sociedad, y esas consecuencias son ruinosas.
Asistimos a la mayor inversión pública de nuestra historia. ¿Para mejorar nuestra educación? ¿Para mejorar nuestra salud? ¿Para impulsar nuestra economía? ¡No! Asistimos a la mayor inversión pública de nuestra historia para exclusivo beneficio de una trasnacional que, además, tendrá a su disposición un río, aun a costa de anegar 10 mil hectáreas de tierra altamente productiva.
El problema no es sólo que engrosaremos nuestra deuda externa para hacer vías en las que opere el ferrocarril de Upm, unas vías que estarán a su disposición las 24 horas del día, los 365 días del año, y que serán construidas para que su ferrocarril viaje sin parar, desde su planta en zona franca en el Río Negro, hasta su zona franca en el puerto de Montevideo. El problema no es sólo el irreversible daño que un monocultivo prolongado en el tiempo, y más aun de eucaliptos, provoca en las propiedades físicas y químicas de la tierra. El problema no es sólo la extensión del latifundio y el abandono de nuestros hombres del campo. El problema se amplía a universos que el articulista que denuncia una impostura evitó mencionar.
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Sepa el lector, con total certeza, que en el terreno que sea encontrará dos bibliotecas, y ni por un instante dude de que quienes tienen el poder tienen ilimitados recursos para promover la biblioteca del poder. No le costará mucho encontrar discursos gubernamentales que canten loas a un mundo de rosas regado por el agua embellecida que devolverá la pastera al Río Negro, un acqua vitae que alimentará un país de maravillas, como resultado de la magnánima inversión extranjera. Si el lector quiere consultar la otra biblioteca, encontrará en el grupo de Facebook del Movimiento ciudadano Upm2 NO abundante material elaborado por especialistas en diversas áreas, escritores que desde el punto de vista del financiamiento se encuentran libres para decir lo que piensan.
Ahora bien, mientras el gobierno se convierte en propagandista y capataz de la trasnacional, y mientras unos cuantos especialistas han enfrentado este Contrato Rou-Upm en el terreno jurídico, económico, ambiental, educativo y cultural, sobre un punto específico la biblioteca del poder guarda prudente silencio: nada se dice del daño que se perpetra en nuestra soberanía cuando la empresa extranjera redactará nuestros planes de estudio, cuando actualmente lleva profesores a Finlandia para adiestrarlos, cuando financia becas, cuando tiene la potestad de proyectar un cine elegido por ella, cuando traslada a niños y maestros a las escuelas rurales en un ómnibus donado amablemente, y cuando envía niños y maestros a sus instalaciones.
Para el lector, esto que acabamos de decir resultará sorprendente. ¿Será verdad que se le permite a una trasnacional lavarles el cerebro a nuestros niños como manera más eficiente de asegurar la continuidad de sus utilidades? Una de las tareas que nos hemos impuesto quienes integramos el movimiento ciudadano que busca derribar este contrato monstruoso es llevar a la luz pública todas las aberraciones que implica. Cuando afirmamos que la empresa extranjera redactará nuestros planes de estudio no estamos fantaseando. Esta información emana del Contrato Rou-Upm,2 que con respecto a la planificación de la enseñanza de nuestras universidades técnicas dice que nuestra República “deberá tener en cuenta y aplicar de buena fe las visiones de Upm”, y con respecto a la información de cómo Upm se mete en nuestras escuelas, o cómo lleva a nuestros niños a sus instalaciones, ésta emana de los datos que Upm difunde con respecto a las prácticas de la Fundación Upm, que nació el mismo día que Upm puso su enorme pie en nuestro país.
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Uruguay se encuentra a las puertas del proyecto de una empresa trasnacional que precisa destruir una república que no podrá hacer valer sus tribunales, pues como establece el Contrato Rou-Upm, en caso de disputa seremos sometidos a los tribunales del Banco Mundial en Washington; que por 50 años no podrá, como establece el contrato con Upm, legislar en ningún área que toque un ápice las ganancias de la empresa, salvo que quiera exponerse a multas multimillonarias. Un proyecto que permitirá, como establece dicho contrato, que el Poder Ejecutivo invada todos los otros poderes y las autonomías establecidas en la Constitución, dejando al servicio y de rodillas a las empresas del Estado frente a la trasnacional.
La estrategia del poder se lleva a cabo sin explicitarla. No hay palabras sobre el golpe artero dado a la República, pues no hay palabras para justificar que se negocie el contrato en secreto, ni para festejar que nuestro presidente haya viajado a Finlandia para traer en su portafolios un contrato despreciable. La mayor inversión pública de nuestra historia se negocia en otro continente y en la oscuridad, y se impone, pese a quien pese, dando ante toda la ciudadanía este mensaje: “Vuestra opinión no nos importa, nosotros sabemos cómo conducir el barco, dedicaos a trabajar, aquellos que puedan, y a pagar impuestos”. Qué lejos estamos de aquel tiempo en que se argumentaba que las cosas benéficas que uno podía llevar a cabo desde el gobierno sólo podrían ser resultado del impulso de un movimiento social que tuviera a la libre discusión de ideas como una de sus más flameantes banderas.
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Uruguay se encuentra a las puertas del proyecto de una trasnacional que constituye el primero de los contratos de inversión de nuevo tipo, contratos que exigen privilegios al tiempo que buscan destruir esa herramienta cultural llamada república, como paso previo para destruir nuestra cultura y dejarnos definitivamente inermes, pues la cultura es la herramienta de los pueblos para elaborar riquezas y defenderse.
Quienes nos oponemos a este proyecto colonial apelamos a la población mediante razonamientos que se encuentran indisolublemente unidos a la pasión. Esperar otra cosa no sólo es desconocer nuestra humanidad, sino que implicaría erosionar la inteligencia y castrarla de aquello que la impulsa. En cuanto a un video que encara nuestro problema por el lado de la ficción, sólo debe ser juzgado por las reglas de la ficción y, antes que nada, es otra manifestación de lo real.
Llamamos a los lectores del semanario que deviene del semanario fundamental de la historia de nuestra América a prestar atención a los graves hechos que transcurren a la vista de todos. Afortunadamente, quienes se encuentran en el poder no han realizado un hipócrita homenaje a Carlos Quijano, el hombre que llevó a cabo el más elevado magisterio de nuestra historia, para enseñarnos que los imperios elaboran con tiempo y llevan a cabo meticulosos planes para adueñarse de las riquezas de nuestros países. Carlos Quijano llevaba su potro a rienda corta, como aquel que sabe que toda política superior sólo puede llevarse a cabo con la comprensión y participación de un vasto movimiento ciudadano.
Tanto ese macrocosmos, el movimiento ciudadano, como ese microcosmos, cada uno de nosotros, tiene un camino claro y preciso ante sí. Hemos guardado un silencio que se sostiene mediante el asesinato de nuestros principios, y hemos manifestado una fe en los cantos de sirena de quienes gobiernan, demasiado parecido al arrodillarse de nuestra inteligencia. Nada se logrará si abandonamos la principal enseñanza del maestro excepcional, la imperiosa necesidad de pensar con cabeza propia.
No sólo no conquistaremos nada si olvidamos este precepto crucial, sino que la vida ni siquiera valdría la pena ser vivida. n
1. “La impostura como método”, Brecha, 17-V-19.
2. Contrato Rou-Upm, en la web.