Lo primero que salta a la vista al leer el libro de Caetano es el terror que Batlle infundía en la clase alta, especialmente entre los ganaderos. La palabra Batlle, por cierto, hablaba de un hombre, un gladiador, un coloso, con prácticas inflexibles e ideas radicales. Pero estos ganaderos, y sus paladines liberal-conservadores, no temían solo a un hombre, temían, sobre todo, lo que este hombre podía desencadenar: nada menos que el socialismo, la anarquía y la revolución.
Como ya mostró Caetano en La república batllista, Batlle no era un revolucionario, sino un republicano. Podríamos decir que todo el asunto fue un gran malentendido. O que los defensores de la propiedad privada entendieron que era necesario un anticomunismo preventivo, una reacción enérgica contra algo que, aunque pudie...
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