«Si no hay suspensión del plazo, nosotros vamos a ir a juntar firmas y nos aglomeraremos. Actuará la Policía, nos pondrán presos»: estas fueron las declaraciones de Rafael Michelini a la revista Caras y Caretas del viernes, que desataron una tormenta política en el Frente Amplio (FA), además de provocar la reacción airada de los integrantes de la coalición de gobierno. Ocurre que el término aglomeración tiene, en el contexto de la pandemia, una connotación muy negativa y es señalado desde el gobierno y parte de la población como causa de la expansión del virus. Por eso las palabras de Michelini provocaron la renuncia inducida a su cargo de secretario político del presidente del FA, Javier Miranda.
Pero es necesario analizar el escenario en el que se produjeron las palabras del exsecretario político. En los días previos a esas declaraciones, la Comisión Nacional Pro Referéndum, que pretende derogar 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración (LUC), solicitó a todos los partidos políticos prorrogar el plazo de un año, previsto constitucionalmente, para la recolección de firmas en razón de que los tiempos no pueden correr cuando existe un impedimento de fuerza mayor, como el provocado por la pandemia (incluso la bancada del FA presentó un proyecto de ley en el Parlamento). La idea es no contar el lapso que rige desde la aprobación de la ley que regula el derecho de reunión del artículo 38 de la Constitución, que ya tuvo una nueva extensión por 120 días, el mes pasado. La respuesta del oficialismo ha sido negativa.
Al mismo tiempo, desde el partido de izquierdas, distintas organizaciones sociales y gran parte de la academia solicitan que el gobierno tome medidas más restrictivas para reducir la movilidad y no deje la resolución del problema del crecimiento exponencial del virus y sus consecuencias en muertes y estrés del sistema sanitario supeditada únicamente a la «libertad responsable» de la ciudadanía. Además, se reclaman medidas económicas para que esa restricción de la movilidad sea viable.
Con este contexto, los dichos de Michelini fueron considerados erróneos y desafortunados por la mayoría de la dirigencia frenteamplista, pues aparentaban dirigirse a promover lo que justamente se quiere restringir. Sus palabras no tuvieron ningún apoyo sectorial e incluso su aclaración del viernes al mediodía (después de una mesa política que no resolvió nada al respecto) no fue lo suficientemente clara y más bien dio la sensación de que reiteraba conceptualmente lo vertido en la entrevista con Caras y Caretas. Miranda, una vez escuchadas las «aclaraciones», decidió juntarse con los seis grupos frenteamplistas con representación en el Senado (reunión a la que se sumó Michelini) y señaló que daría una conferencia de prensa para precisar la postura del FA contraria a los dichos del exsecretario político. Allí Michelini sostuvo que si eso ocurría, él dejaría su responsabilidad. Miranda recibió el apoyo de los liderados por Mario Bergara, el Movimiento de Participación Popular y el Partido Socialista. El Partido Comunista, Asamblea Uruguay y la Vertiente Artiguista se pronunciaron por buscar una salida menos traumática. Sin embargo, como la designación del secretario político (así como su destitución) es potestad del presidente del FA, finalmente se hizo el encuentro con los medios y allí Miranda informó que Michelini ya no era su secretario político. Otra consecuencia de la salida del líder del Nuevo Espacio es que él había asumido la representación del FA en la Comisión Nacional Pro Referéndum, con un compromiso muy fuerte en la pelea por conseguir las firmas. Ahora el FA tendrá que designar otro dirigente.
En el FA nadie hizo suyas las palabras de Michelini, aunque sí criticaron como «exagerada» la destitución de hecho de su cargo. En esa dirección se pronunció el senador Danilo Astori en declaraciones públicas, aunque también fue crítico con sus dichos. La misma percepción prima en los sectores que buscaron una salida menos dramática, así como en las bases de Montevideo y en la mayoría de las del interior, donde no agradó la renuncia inducida.
Ahora bien, el episodio Michelini tiene otros componentes. El FA tiene una discusión pendiente sobre las causas que lo llevaron a la derrota de 2019, pero fundamentalmente, en el presente, la discusión de cuál debe ser la estrategia de un partido que trocó de gobernante a opositor. Y ahí surgen dos líneas que no siempre se complementan.
Por resolución de la dirección frenteamplista –aunque con disidencias internas, incluso Miranda fue de los que se opusieron a incluir dentro de la lista de impugnados dos artículos votados por el FA (el 235 y el 236, referidos a los combustibles)–, apareció la tarea de la recolección de firmas contra la LUC como la principal línea de enfrentamiento al gobierno. Sin embargo, la aparición de la pandemia, las dificultades que ella interpone en la recolección y el manejo de la política sanitaria de Luis Lacalle Pou, más la ausencia de medidas de compensación efectivas en lo económico y social, para varios sectores frenteamplistas han pasado a ser el punto central de ataque al equipo presidencial. Por eso, para algunos, la renuncia inducida de Michelini es un golpe directo a la campaña pro referéndum, que privilegia otra línea de acción.
Quienes asumieron por disciplina la recolección de firmas entienden que seguramente no se alcanzará el porcentaje requerido, por lo cual es una batalla perdida. Además, sostienen que el FA debe tener una «oposición responsable», donde el eje debe ser el de las propuestas sobre cómo atender la emergencia sanitaria, a la vez que señalan las insuficiencias de las medidas presidenciales. De todas formas, las consecuencias de los dichos de Michelini y las reacciones que se generaron finalmente parecen avalar los dichos soberbios del presidente al diario argentino La Nación de que no sabe «qué es el FA ni quién es el FA». A la coalición de centroizquierda le ha costado pararse en el nuevo escenario y la ausencia de un equipo de dirección con peso real ha dado lugar a un decálogo de apariciones públicas que no siempre encuentran la consonancia esperada.