Un “faccionalismo” limitante - Brecha digital

Un “faccionalismo” limitante

Detrás de las protestas en Gaza.

Las manifestaciones en la frontera de Gaza deben ser comprendidas en el contexto de la ocupación israelí, el asedio y el muy postergado “derecho de retorno” de los refugiados palestinos. Pero además merecen ser analizadas desde otra perspectiva paralela: el propio “faccionalismo” y las disputas internas de los palestinos.

El “faccionalismo” es un mal profundamente arraigado en la sociedad palestina que durante décadas ha impedido cualquier esfuerzo unificado para acabar con la ocupación militar israelí y el apartheid.

La rivalidad política entre Fatah y Hamas es catastrófica, porque ha ocurrido mientras el proyecto colonial israelí se profundizaba y el robo de tierra en Cisjordania se ha ido acelerando.

En Gaza el asedio sigue siendo asfixiante y mortífero. Sumada a la indiferencia regional y el bloqueo de Israel, que ya dura una década, la prolongada disputa entre facciones ha llevado a los gazatíes al borde de la hambruna y la desesperación política.

Las protestas masivas en Gaza, que comenzaron el 30 de marzo y cuyo fin estaba previsto para el 15 de mayo, han sido la respuesta del pueblo a esta desalentadora realidad. No se trata sólo de destacar el derecho al retorno para los refugiados palestinos. Las manifestaciones también buscan reconquistar la agenda, trascender las rivalidades internas y devolverle la voz al pueblo.

Con el paso del tiempo acciones injustificables se vuelven tolerables. Es lo que ha ocurrido con la ocupación israelí que, año tras año, se traga más tierra palestina. Hoy la ocupación representa prácticamente el statu quo.

El liderazgo palestino sufre del mismo encierro que su gente. Diferencias geográficas e ideológicas han comprometido la integridad de Fatah y de Hamas, volviéndolos irrelevantes tanto en su casa como a nivel internacional.

Pero jamás esta división interna había sido usada de manera tan eficaz como un arma para deslegitimar el reclamo de los derechos humanos más básicos de un pueblo entero. El argumento es: “los palestinos están divididos, así que deben seguir encerrados”

El estrecho lazo entre el presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Biniamin Netaniahu, ha sido acompañado por un relato político que no admite simpatía alguna hacia los palestinos. Según este relato, incluso el hecho de que familias se manifiesten pacíficamente frente a la frontera de Gaza debe ser considerado un “estado de guerra”, tal como argumentó el Ejército israelí recientemente.

Durante su visita a la región, el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, repitió un mantra bien conocido al referirse a los muertos y heridos de las protestas en Gaza: “Creemos que los israelíes tienen derecho a defenderse”.

Los palestinos se encuentran encerrados, en Cisjordania por la ocupación, rodeados de muros, puestos de control y colonias judías, mientras que Gaza sufre un asedio hermético desde hace una década. A pesar de esto, Fatah y Hamas parecen tener otras prioridades.

A partir de la creación, en 1994, de la Autoridad Palestina (Anp), luego de la firma de los Acuerdos de Oslo, Fatah dominó la política palestina, marginalizó a sus rivales y combatió a cualquier oposición. Mientras operaba bajo la ocupación militar israelí en Cisjordania, prosperaba económicamente al recibir miles de millones de dólares en ayuda económica.

Y lo que es más, la Autoridad Palestina ha usado su poder económico para mantener su control sobre los palestinos, exacerbando la ocupación y varios tipos de control militar israelí.

Desde entonces el dinero ha corrompido la causa palestina. Dinero de “donantes”, miles de millones de dólares que recibió la Anp en Ramalah, transformaron la revolución y el proyecto de liberación nacional en una estafa financiera con muchos beneficiarios. La mayoría de los palestinos, no obstante, sigue siendo pobre. Y el desempleo se ha disparado.

A lo largo de su conflicto con Hamas, Majmud Abbas (presidente de la Anp) nunca dudó en aplicar un castigo colectivo a los palestinos para ganar puntos políticos. A partir del año pasado tomó una serie de medidas financieras punitivas contra Gaza, incluso un pago sospechoso a Israel por suministro de electricidad a Gaza, mientras le recortaba los salarios a decenas de miles de funcionarios en Gaza que seguían recibiendo su paga de las autoridades cisjordanas.

Esta tragedia política lleva más de una década sin que los partidos se pongan de acuerdo para poder avanzar más allá de sus discrepancias.

Varios intentos de reconciliación han sido saboteados, o bien por los propios partidos o por factores externos. El último de estos acuerdos fue firmado en El Cairo el octubre pasado, y aunque se anunciaba prometedor, pronto comenzó a tambalearse.

En marzo pasado un supuesto intento de asesinato contra el primer ministro de la Anp, Rami Hamdalah, provocó acusaciones cruzadas entre ambos partidos. Hamas afirmó que los responsables eran agentes de la Anp resueltos a destruir el acuerdo, mientras que Abbas acusó a Hamas de intentar matar al líder de su gobierno.

Hamas está desesperado por encontrar una vía para acabar con el asedio a Gaza, y el asesinato de Hamdalah significaría un suicidio político para el movimiento. La mayor parte de la infraestructura de Gaza se encuentra en ruinas, debido a las sucesivas guerras israelíes. El hermético asedio a Gaza ha impedido su reconstrucción o reparación.

Fatah y Hamas ofrecieron relatos diferentes sobre las decenas de miles de palestinos que manifestaban en la frontera de Gaza, intentando usar las protestas para destacar o inflar su propio apoyo entre los palestinos.

Frustrado por la atención que las protestas le generaron a Hamas, Fatah intentó organizar contramanifestaciones en apoyo a Abbas en Cisjordania. Como era de esperar, el resultado fue embarazoso, ya que sólo logró convocar a pequeños grupos de simpatizantes de Fatah.

Más tarde Abbas presidió una reunión del difunto Consejo Nacional Palestino (Cnp) en Ramalah para hacer alarde de sus supuestos logros en la lucha nacional palestina.

El Cnp es considerado el ente legislativo de la Organización para la Liberación de Palestina (Olp). Tal como la Olp, ha sido relegado durante muchos años a favor de la Anp, dominada por Fatah. El líder de la Anp escogió personalmente a los nuevos miembros para integrar el Cnp, asegurándose así que todas las instituciones políticas obedezcan a su voluntad.

Los palestinos desencantados por las divisiones políticas están trabajando para crear un nuevo espacio político, independiente de los caprichos de las facciones. Porque, para ellos, la verdadera lucha es contra la ocupación israelí, por la libertad palestina, y nada más.

 

(Una versión más extensa de esta columna fue publicada en inglés en el blog personal de Ramzy Baroud: ramzybaroud.net)

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