Un descarado de 23 años - Brecha digital

Un descarado de 23 años

El último disco de La Vela Puerca.

Destilar. La Vela Puerca.

Destilar es, en todas sus acepciones, una forma de seleccionar o revelar algo. Los 23 años de La Vela Puerca traen su décimo disco1 con 13 canciones que, fieles al estilo de la banda, representan al adulto joven y reflexivo en el que se ha convertido, aunque sin perder jamás la rebeldía descarada que la caracteriza.

El disco está todo hecho de canciones que emocionan. Arranca contundente, decidido, tras un compás que marcan los palos de Pepe Canedo anticipando un reef sencillo, liderado por el bajo. Así empieza “Velamen”. “¡Una cerveza, por favor!” es lo primero que escuchamos cantar a Teysera, y hace que sea fácil sentirse en casa. Todas las melodías parecen pedir con urgencia ser cantadas. No hace falta escuchar el álbum demasiadas veces para necesitar balbucearle arriba: es inevitable porque las canciones están en un lugar especial entre lo previsible y la sorpresa, tan cómodo de escuchar, tan accesible.

Los caños son, como siempre, un elemento fundamental en la música de esta banda, aunque aparecen con un poco menos de frecuencia que en discos anteriores. En muchas ocasiones, sirven como colchón y cobran protagonismo sólo en los momentos justos. Las melodías que esbozan son “muy la Vela” en un sentido positivo, como si fueran el leitmotiv que mantiene toda la obra unida.

La grabación parece despreocupada por alcanzar niveles de altísima definición. Suena más despojado que, por ejemplo, Érase, que tiene un sonido más texturado y jugado técnicamente. Sin embargo, la mezcla de Destilar teje los distintos timbres con acierto y calidez.

La mayoría de las letras son de Sebastián Teysera, que tiene a los escuchas acostumbrados a una poesía que se pasea por la frontera entre la denuncia y lo romántico (no en el sentido más frecuente del amor, sino por lo sentimental y reflexivo). En cuatro versos puede entreverar el pedido más honesto de una cerveza con una metáfora de un aparejo roto. ¡Y esto sólo en la primera estrofa del disco! Fusiona lo solemne y lo ordinario con una naturalidad que gozan pocos. En “Mi diablo” empieza diciendo: “Hoy llueve tanto que no sé qué hacer, parece el llanto de un gigante cruel, sigo sentado acá sobre mi sillón en un estado de contemplación”, y lo literal y lo metafórico están tan cerca que no se puede saber con exactitud dónde empieza uno y termina el otro. Sólo tres canciones no fueron escritas por Teysera, todas ellas son de Sebastián “Cebolla” Cebreiro, que si bien tiene una afinidad estética muy clara con Teysera, utiliza un lenguaje más claramente metafórico, más alejado de lo literal. En “De negro y rojo”, el track 7 del disco, la autoría es compartida entre el Cebolla y Ernesto Tabárez (de Eté y Los Problems).

Destilar tiene su momento más emotivo en “La luna de Neuquén”, una canción que parece un homenaje de despedida para alguien que se fue. Raly Barrionuevo presta su voz para la ocasión, y esta, junto con un arreglo de cuerdas sutil, toca el corazón de quien la escuche.

Si hay algo que puede reprochársele a este álbum es la poca presencia femenina entre los artistas participantes, ya que únicamente tres de los 23 ejecutantes no son hombres. De todas maneras, Destilar vuelve a poner a La Vela Puerca en el lugar de “banda de canciones sensibles y roqueras” que ha ocupado siempre. Su sonido les traerá recuerdos de rebeldía adolescente a varias generaciones de uruguayos y uruguayas.

1.   Bizarro, 2018.

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