Estoy demasiado cansada.
Hace calor.
Me arrastro entre poemas absurdos. Me da rabia.
Estoy cansada de los poemas de amor.
Dafne Meezs, chilena, escondida en blogs que ya nadie lee, se me sienta al lado; a ella también le suda el pecho. Me mira, como riéndose, me hace sentir su hija.
—¿Conocés la palabra “ataraxia”?
Por supuesto que no.
—¿Conocés la palabra “filamentoso”?
La odio.
La dejo hablar un poco más. Mi lectura ya se volvió esquizofrénica. Pienso, nunca entendí mucho a Herrera y Reissig; pienso, nunca me interesó leer con un diccionario al lado.
“No me gusta que me miren/ que me toquen/ que me envicien el aire.”
Dafne se detiene. Vuelvo a leer.
“Recuerdas que tengo 32/ que soy un animal desertor/ que soy comida hambrienta/ que siempre vuelvo suci...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate