A unas pocas decenas de quilómetros de mi ciudad natal, entre 1965 y 1967, Pablo Milanés estuvo en lo que muchos años después describiría como un «campo de concentración».
Durante la última década de su vida, asentado definitivamente en España, aquel período en las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) se volvería motivo recurrente de sus declaraciones. «Yo me sentía revolucionario cuando me engañaron. Me mandaron un telegrama donde me decían que había sido elegido para el servicio militar, y fui elegido para un campo de concentración. Para un muchacho de 23 años eso fue brutal. He dicho que pidan perdón, pero no lo han hecho», contó en 2020 para un documental.
Pablo había cortado sus últimos lazos con la oficialidad cubana en marzo de 2010, luego de que en una entrevis...
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