Los nudos de la crisis, que condujeron a Giuseppe Conte a dimitir el 26 de enero sin haber sufrido el voto de desconfianza del Parlamento, se habían originado en las semanas anteriores, en el malestar personal del socio menor de la coalición de gobierno, el ex premier Matteo Renzi (2014-2016). Renzi, que supo encabezar él mismo el Ejecutivo sin haber ganado elecciones, mal aguanta cualquier papel que no sea protagónico y, tras haberse separado, el año pasado, del Partido Democrático, ha visto su escaso apoyo popular mermar al 2 por ciento en los sondeos. Eso no le impidió, sin embargo, mantener un lugar decisivo en la conformación de la mayoría parlamentaria y lograr la caída de Conte a través de un crescendo de pretensiones desmesuradas y sin escrúpulos.
En Italia, el enorme plan de r...
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