De Montevideo a Ekaterimburgo, pasando por Rio, Madrid y Moscú, la fiebre mundialista se sintió con singular intensidad en todas y cada una de las ciudades recorridas desde que salimos de casa. El vuelo que unió Madrid con la capital rusa fue especialmente interesante: colombianos, españoles, peruanos, uruguayos, argentinos y brasileños interactuaron sin parar durante las casi cinco horas de recorrido, siguiendo un repertorio de temas que se iniciaba en el fútbol para desembocar luego en otros ítems, como la política y la economía.
Las 36 horas desde la salida de Carrasco hasta la llegada al hotel fueron de gran ayuda para entender la envergadura del evento, un fenómeno global que va mucho más allá del deporte y que no deja lugar alguno para la indiferencia.
Bellísima –aunque lluvios...
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