Señoras de las cuatro décadas - Brecha digital
Madonna siendo Madonna

Señoras de las cuatro décadas

Un nuevo debate protagonizado por la reina del pop pone en el foco la situación de las mujeres artistas mayores de 40 años y plantea algunas interrogantes acerca del envejecimiento, el género y la sexualidad.

En la entrega de los premios Grammy, el 5 de febrero, en Los Ángeles /AFP, Getty, Kevin Winter

La aparición de Madonna en la última edición de los premios Grammy despertó escandalosas reacciones en todo el mundo. Lucía diferente, con más peso y un rostro visiblemente alterado por las cirugías. Los comentarios en redes no se hicieron esperar y la propia Madonna tuvo que salir al cruce para denunciar que, tantos años después, sigue siendo víctima de las críticas contra su cuerpo: «Una vez más, estoy atrapada en la discriminación por la edad y la misoginia que impregna el mundo en el que vivimos. Un mundo que se niega a celebrar a las mujeres mayores de 45 años y siente la necesidad de castigarlas si siguen siendo fuertes, trabajadoras y aventureras», declaró en su cuenta de Instagram. Lo cierto es que Madonna viene luchando contra eso desde hace ya largo tiempo. Con 64 años, hace rato que superó la barrera de la vejez permitida a las mujeres de la industria y ha conseguido, a base de esfuerzo y tozudez, permanecer bajo el foco.

ENVEJECER EN EL MERCADO
En una entrevista para la televisión inglesa, Meryl Streep contó que, cuando cumplió 40, la llamaron tres veces en menos de un año para ofrecerle personajes de bruja: «Fue una clara señal de cómo Hollywood entiende a las mujeres que cumplen 40, así que me negué a aceptarlos», aseguró. Es que hasta hace unas décadas, Hollywood no ofrecía protagónicos a mujeres que considera mayores. Cuando en 1962 se rodó ¿Qué fue de Baby Jane?, la prensa se dio un festín porque era la primera vez que encabezaban un film dos mujeres pasadas de edad: Bette Davis tenía 54 años y Joan Crawford, 59. Una década antes, Gloria Swanson había representado a una avejentada y patética diva del cine mudo en El crepúsculo de los dioses. Tenía 50 años. La idea está clara: las actrices de cierta edad solo podían ser protagonistas si encaraban personajes disfuncionales, mujeres enloquecidas, arruinadas o, lo que es peor, abandonadas.

ENVEJECER SIN QUE SE NOTE
En 1984, Private Dancer se convirtió en el álbum más vendido del año, produjo siete singles y le dio a su artista, Tina Turner, cuatro premios Grammy. Hacía unos años que Tina no lograba un éxito en las radios, pese a ser invitada habitual en los musicales de televisión estadounidenses. El disco fue un bombazo y la carrera solista de Tina se disparó a puntos estratosféricos. En el momento de su lanzamiento, tenía 45 años. Fue una de las pocas artistas mujeres que alcanzó su mayor éxito a edad adulta, cuando lo habitual es hacerlo a los 20. Lo siguió haciendo hasta su retiro, cuando, con 70 años, encabezó la gira con mayor recaudación de su país en el período 2008-2009. Otro caso anormal es el de Cher: en 1998 lanzó «Believe», la canción que apuntaló la evolución del pop en las décadas siguientes. Tenía 52 años y dejaba atrás tiempos de rock y música alternativa para pasarse a la electrónica, con la que siguió cosechando hits.

Son muy pocas las mujeres que mantienen el éxito en la industria musical estadounidense después de cierta edad. Ahí están Madonna, Cher y Tina, aunque la gran mayoría va desapareciendo y solo algunas logran colarse en las requeridas listas de números 1 que tanto gustan a los estadounidenses. Solo Barbra Streisand y Mariah Carey ocupan un lugar privilegiado en esas listas, acompañadas de un larguísimo elenco de hombres. Hay, además, una presión muy fuerte contra el deterioro de los cuerpos femeninos. Si en todos los órdenes de la sociedad se exige a las mujeres ser jóvenes y bellas, en la industria del entretenimiento eso parece ser mucho peor. Tanto Tina como Cher han desafiado el envejecimiento sin forzar las apariencias de sus cuerpos, aprovechando una genética que juega a su favor. En su última gira, Tina volvió a enseñar sus icónicas piernas y aceleró el tempo de las canciones, obligándose a bailar con mayor velocidad. Hace unos meses, Cher desfiló con un traje ceñido al cuerpo en la Paris Fashion Week, restregándoles a todos la juventud de sus 76 años. Por eso, a Madonna no se le perdona que haya modificado tanto su imagen física. La regla parece indicar que la juventud debe mantener las formas: no vale si se transforma en otra cosa.

ENVEJECER ES UN PECADO
Ya en 2016, a propósito del Premio a la Mujer del Año que le entregó Billboard, Madonna insistía en la misoginia y el sexismo en la industria musical. En esa oportunidad, marcó la diferencia entre ser un artista hombre y una artista mujer: «Se te permite ser examinada por los hombres y vestirte como una puta, pero no seas dueña de tu propia sexualidad. Y no compartas, repito, no compartas tus propias fantasías sexuales con el mundo. Sé lo que los hombres quieren que seas, pero, lo que es más importante, sé lo que las mujeres quieren que seas para que se sientan cómodas cuando estás cerca de otros hombres. Y, por último, no envejezcas, porque envejecer es un pecado. Serás criticada y vilipendiada, y no se te escuchará en la radio».

Cualquiera que conozca a Madonna sabe que, precisamente, eso es todo lo que ella ha hecho. No le bastó meterse con la Iglesia católica en los ochenta, sino que, a principios de los noventa, expuso sus fantasías sexuales con un álbum, Erotica, y un libro de desnudos, Sex, en el que priorizaba el cuerpo y el deseo femeninos. «Me llamaron puta y bruja. Un titular me comparó con satanás. Y dije, espera un minuto, ¿acaso Prince no va por ahí con mallas, tacones, los labios pintados y el culo al aire? Sí, lo hacía, pero él era un hombre».

Aunque la industria estuviera llena de hombres travestidos que jugaban con la identidad de género, no se esperaba eso de una mujer. Y, aunque parezca ridículo, eso sigue ocurriendo. En la pasada gala de los premios MTV, durante la actuación de la banda italiana Måneskin, la cadena mostró sin tapujos el trasero al aire de su vocalista hombre, pero borroneó el pecho descubierto de la bajista mujer. A las mujeres artistas solo se les permite mantener una sexualidad controlada, disimulada, que no interfiera con su labor arriba del escenario.

Y luego está el paso del tiempo. En su descargo por lo sucedido en los Grammy, Madonna insistió: «Nunca me he disculpado por ninguna de las elecciones creativas que he hecho ni por la forma en que me veo o me visto, y no voy a empezar ahora». Una cosa está clara: su cuerpo y su rostro podrán variar, pero Madonna sigue siendo Madonna.

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