Es verdad que exigirle a Disney una mirada crítica sobre las temáticas que aborda es como buscar una quimera en el lugar más absurdo, pero cierto es que aquí1 hay un par de personajes que rechinan demasiado. Ambos personifican y representan dos de los mayores problemas que presenta hoy Internet. El primero de ellos se llama justamente Spamley y es un hombrecito verde y simpático que trabaja con el spam; impone sus ventanas emergentes a los usuarios, utilizando publicidad engañosa. La segunda de estos dos personajes es Yesss, una empresaria que lucra en su plataforma de videos, fomentando y viralizando los memes más descerebrados y estúpidos (muchos de los cuales explotan el sufrimiento ajeno). Durante el visionado de esta película el espectador adulto podría pensar que ambos son inescrupulosos villanos, pero, lejos de ello, terminan siendo aliados de los protagonistas, ofreciéndoles su ayuda en momentos decisivos. Para colmo, los propios protagonistas acabarán utilizando esos mismos métodos de explotación.
Si bien este aspecto es por lo menos curioso, no se trata de lo peor de Wifi Ralph; en un momento clave de la película, los personajes ingresan a la Internet, donde se suceden las sedes de varios gigantes digitales: Google, Facebook, Twitter, Amazon, Snapchat, Youtube; nómbrese una multinacional de las redes y allí tiene su espacio y sus segundos de pantalla. Por fuera de esta publicidad poco disimulada para empresas que no la necesitan, se redobla la apuesta: uno de los personajes ingresa a un sitio web de Disney (productora de este filme), donde la megacorporación hace alarde no sólo de sus personajes de siempre, sino de varias de sus más preciadas adquisiciones: Pixar, la franquicia de Star Wars, Marvel, por nombrar las más importantes. Cameos de Groot, de Brave, de C-3PO y de otros personajes de unas y otras franquicias se suceden en pantalla, en un autobombo megalomaníaco que ejemplifica notablemente cómo algunos peces gordos han sido deglutidos por otro descomunalmente obeso.
Claro que estas líneas precedentes, aunque necesarias, no son nada justas con lo efectiva y espectacular que es Wifi Ralph. Era de esperarse: la anterior entrega, Ralph el demoledor, fue una de las más inteligentes y entretenidas películas de animación producidas por el mainstream en los últimos diez años, y aquí sus creadores, Rich Moore y Phil Johnston, se repiten como principales autores, con nada menos que John Lasseter (director de las Toy Story) respaldando como productor.
Así es que, más allá del ya manido desfile de marcas, personalidades y referencias, la película cuenta con un argumento siempre interesante, notables escenas de acción –sobre todo una carrera a lo Mad Max al interior de un videojuego en línea–, un descenso al submundo de la dark web y un hermoso homenaje a King Kong sobre el final. Por sobre todo, Ralph y Vanellope siguen siendo una dupla con química, y no sería de extrañar que aparecieran, muy pronto, protagonizando una tercera parte. Ojalá para entonces a los creadores se les despierte el espíritu crítico.
- Ralph Breaks the Internet, Estados Unidos, 2018.