Yo quiero ser un escritor bendito - Brecha digital
Cultura Suscriptores

Yo quiero ser un escritor bendito

Ganó fama escribiendo historias inclementes y confesiones desoladas. Buena, muy buena literatura que transita universos sórdidos y caminos de tristeza o perdición. Pablo Ramos llegó a Montevideo con un nuevo libro que, en lugar de contar la caída, pregona la redención.

Pablo Ramos

Desde La ley de la ferocidad, en 2007, Pablo Ramos ha pegado en los lectores rioplatenses con la contundencia de sus historias al límite, su prosa directa y su buena literatura. Decir que “ha pegado” no es inocente. Aquel libro que arrancaba con la muerte del padre y estaba lleno de rabia llevaba un muñequito boxeador en la tapa y quería ser literariamente un golpe a la mandíbula del lector, pero además “pegaba” la droga, el alcohol, el sumergirse en el consumo de cocaína y alienarse en el sexo y sostenerse en la ira. Al mismo tiempo esa mitología dura, aunque también tierna y provista de humor, a veces reventada, se extendía al autor, que bajo el nombre de Gabriel Reyes hacía literatura de los escombros de su vida, como dijo una vez citando a Sartre, y venía a encarnar en tiempos del no-f...

Artículo para suscriptores

Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social

Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.

Suscribite ahora

¿Ya sos suscriptor? Logueate

Artículos relacionados

Uruguay Suscriptores
Sequía de derechos en el trabajo rural

Las uvas de la ira

Especial 8M Suscriptores
UNIDAD Y DIVERSIDAD EN EL MOVIMIENTO FEMINISTA

«Gracias, amigas»

Especial 8M Suscriptores
El Parlamento busca flexibilizar la normativa que regula la gestación subrogada

Vientre ajeno

Especial 8M Suscriptores
El FA discutirá la ética de los dirigentes denunciados por violencia de género

Lo personal y lo político

Economía feminista: una corriente alternativa que pone la vida en el centro

«Las feministas estamos desordenando el tablero económico»