Xia Baolong, jefe de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao de China, instó el mes pasado al pueblo de Hong Kong a votar en las elecciones legislativas del 19 de diciembre. «No es solo un voto por sus candidatos preferidos, sino también un voto de confianza en el principio de “un país, dos sistemas”», dijo (la fórmula ideada en la década del 80 que se suponía que garantizaba la autonomía de Hong Kong luego de que el enclave regresara a la soberanía china en 1997). El 19, la mayor parte del electorado rechazó la invitación de Xia. Solo 1,35 millones de personas (el 30 por ciento del electorado) acudieron a votar por los concejos distritales sometidos a votación, muy lejos de los 2,94 millones (el 71 por ciento del electorado) que votaron en las elecciones distritales de noviembre de 2019.
En aquellas elecciones de hace dos años, llevadas a cabo en el punto álgido de las enormes protestas que sacudieron la ciudad (véase «El consenso imposible», Brecha, 12-VI-20), los candidatos prodemocráticos ganaron casi 400 de los 452 escaños disponibles y se hicieron con el control de 17 de los 18 concejos distritales. En las elecciones del mes pasado, celebradas luego de que la Asamblea Popular Nacional de China introdujera una reforma del sistema electoral hongkonés que hizo prácticamente imposible que las figuras de la oposición se presentaran, los candidatos «patrióticos» pro-Beijing ganaron el 100 por ciento de los escaños.
«La legislatura ya no degenerará en una guarida de políticos anti-China, anticomunistas y secesionistas», escribió Lau Siu-kai, vicepresidente de la Asociación China de Estudios de Hong Kong y Macao, en el estatal China Daily. La jefa ejecutiva de Hong Kong (su «gobernadora», elegida por Beijing), Carrie Lam, descartó las críticas por la baja participación electoral. «Hong Kong está de vuelta en el camino correcto. Nosotros no podemos copiar y pegar el llamado sistema democrático de los países occidentales», dijo.
La confianza de Lam puede estar justificada. Es difícil imaginar un retorno de la oposición que durante las dos últimas décadas mantuvo movilizada a la juventud y a gran parte del resto de la población local. Sus principales figuras están ahora en la cárcel, en el exilio o retiradas de la política. El periódico prodemocracia más grande de la ciudad, Apple Daily, fue obligado a cerrar en junio, tras 26 años de actividad. Más de 50 organizaciones de la sociedad civil, desde sindicatos hasta grupos de apoyo a los presos, han sido presionadas para disolverse.1
La represión a la oposición continuará, y será en los tribunales donde podrá seguirse su faceta más visible. Hasta el momento, se han completado dos juicios en virtud de la ley de seguridad nacional, impuesta por China el 30 de junio de 2020, cuya entrada en vigencia marcó el fin del movimiento de protestas. Tong Ying-kit fue condenado en julio a nueve años de cárcel por llevar una bandera con el lema «Liberar a Hong Kong, la revolución de nuestra era» y estrellar su motocicleta contra tres policías antidisturbios. Ma Chun-man fue condenado en noviembre a cinco años y nueve meses por corear consignas, mostrar pancartas y hacer declaraciones a la prensa en las que pedía la separación de Hong Kong de China.
En marzo del año pasado, 47 activistas a favor de la democracia fueron acusados de conspiración subversiva, conforme a la ley de seguridad nacional. Fue luego de que organizaran elecciones primarias no oficiales para elegir candidatos a las elecciones del consejo legislativo. Luego de dos aplazamientos solicitados por la fiscalía, su juicio fue agendado para marzo de este año. A muchos de ellos se les ha negado la libertad bajo fianza y han permanecido detenidos durante los últimos diez meses.
Mientras tanto, a principios de diciembre, ocho personas –entre ellas Jimmy Lai, el expropietario del Apple Daily– fueron sentenciadas a penas de prisión de cuatro a 14 meses por participar de una vigilia prohibida en la que se conmemoró a las personas asesinadas en la masacre de Tiananmén de 1989.
Las protestas callejeras y otras formas de oposición explícita son ahora casi imposibles. No votar es una de las pocas vías de resistencia que todavía quedan abiertas. Pero no les pidas a otros que se unan a tu boicot. En el período previo a las elecciones del 19 de diciembre, la Comisión Independiente contra la Corrupción de Hong Kong arrestó a diez personas por incitar a otras a abstenerse o emitir votos en blanco o anulados, lo que configura un delito según la reciente reforma de las leyes electorales. Los encontrados culpables pueden enfrentar hasta tres años de cárcel.
(Publicado originalmente en London Review of Books. Traducción de Brecha.)
*Es un periodista e investigador que reside en Hong Kong desde 1991 y el autor de A System Apart: Hong Kong’s Political Economy from 1997 until Now (Penguin, 2017).
1. La Confederación Hongkonesa de Sindicatos (HKCTU) votó por disolverse, tras 31 años de actividad, en octubre, poco después de que hicieran lo propio el Sindicato de Profesores y la oficina local del Asia Monitor Resource Centre, un organismo dedicado a promover los derechos sindicales y las agremiaciones de base desde la década del 70. La HKCTU citó su preocupación por la seguridad de sus líderes y afiliados como su principal causa para tomar la decisión (N. de E.).