escribo para ser amada/ escribo para no olvidar/ lo más importante que hay en el mundo/
la amistad y el amor/ la sabiduría y el arte/ es una manera de vivir sin morir/ de morir sin morir.
Silvina Ocampo
Grabadorcito Sony en ristre vivió muchas vidas. María Esther tenía el don de cultivar la confianza en sus entrevistados. Truman Capote hacía algo parecido: regalaba pedazos de su vida (a veces diamantes falsos) para deslumbrar al otro y convencerlo. Se mostraba tan infortunado, tan equivocado o tan triste como el asesino al que visitaba. Después de ese acuerdo previo entre dos seres humanos, las confidencias aparecían sin miedo, casi con complicidad.
María Esther no dudó en presentarse a Aníbal Troilo con languidez de cocainómana con tal de pasar junto a él aquella no...
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