Pagó el miedo - Brecha digital

Pagó el miedo

Entre abril y junio un comité parlamentario de 30 expertos –15 griegos y 15 extranjeros– realizó una auditoría sobre la sostenibilidad de la deuda pública griega. Eric Toussaint, presidente del comité de auditoría de la deuda griega, sostiene que el acuerdo del fin de semana no es bueno para Grecia.

Foto AFP, Louisa Gouliamaki

—¿Cómo ve las negociaciones entre Grecia y la troika? Parece que la cuestión de la deuda puede terminar encima de la mesa a cambio de más recortes.

—Por primera vez desde febrero y de manera explícita las autoridades griegas ponen sobre la mesa la cuestión de la reestructuración de la deuda. Hasta poco antes del referéndum no era una petición oficial. Para mí es un signo positivo, pero habría que haberlo hecho mucho antes.

—No se hizo antes porque quizás los acreedores se han negado rotundamente hasta ahora a abordar la deuda pública griega.

—Podemos extraer una lección de estos cinco meses: si un país no suspende el pago de su deuda está en una posición desfavorable para negociar con los acreedores. Excepto si los acreedores, por razones que les convengan, aceptan reducir la deuda. En algunos casos los acreedores quisieron hacerlo, como en Alemania en 1953 o en Irak tras la invasión militar, cuando los vencedores querían reducir la deuda. No ha sido el caso de Europa: aquí si el deudor no suspende el pago de la deuda no tiene manera de equilibrar la relación de fuerzas en la negociación. Grecia habla ahora por primera vez de reducir la deuda y se encuentra prácticamente en suspensión técnica de los pagos. La pregunta aquí es si las autoridades griegas van a dar ese paso.

—¿Pero qué quiere decir con suspender? ¿Anular temporalmente los pagos a los acreedores?

—No pagar. Punto. En el caso griego es muy simple: el reglamento europeo de mayo de 2013 concede la opción a los estados miembros de realizar una auditoría de la deuda si ésta es insostenible y contiene irregularidades. Las autoridades griegas deberían decir, con la auditoría de la mano: hemos vaciado nuestras arcas para cumplir con el vencimiento de algo más de 7.000 millones de euros antes del 30 de junio pasado, ustedes los acreedores no han cumplido con su palabra de desembolsarnos esa cantidad, nuestra buena fe y buena voluntad se han terminado, suspendemos los pagos.

—¿Y eso no supondría un “Grexit” inmediato?

—¿Por qué? ¿Qué tiene que ver?

—El Bce probablemente habría rechazado no sólo extender o elaborar un nuevo rescate, sino que habría cortado las líneas de emergencia que mantienen vivos a los bancos helenos.

—¿Usted cree que lo que ha pasado estos últimos cinco meses no son suficientes amenazas y chantajes? Han atacado con todo lo que tenían: no han hecho ninguna concesión, han exigido devoluciones de deuda y las han obtenido, han planteado más sacrificios –que el gobierno griego ha terminado por aceptar–, han rechazado que los bancos pudieran utilizar los títulos de deuda griegos como colateral (títulos de baja calidad) para financiarse… ¿Podría haber pasado algo más? La mejor estrategia habría sido una suspensión de los pagos de la deuda.

—¿Y no cree que esa decisión habría supuesto el abandono inmediato del euro?

—Es absolutamente reduccionista afirmar que o un país se queda en la zona euro y paga su deuda a cambio de sacrificios o un país deja de pagar y se sale de ella. No hay ninguna relación mecánica.

—Todo indica que Grecia acepta las reformas de los acreedores a cambio de una mención sobre la reestructuración de la deuda que aún está por despejarse. ¿Le parece buen acuerdo?

—No. Creo que una reestructuración condicionada por medidas neoliberales es un mal acuerdo. Hay que reducir la deuda y abandonar las políticas neoliberales. Es el programa de Syriza. Es por eso que fue elegida. Y el pueblo griego en un 61 por ciento acaba de decir que no acepta las exigencias de los acreedores. Pero también se sabe que los griegos son propensos a quedarse en la UE y en el euro. Por eso me parece reduccionista decir que reducir la deuda y acabar con las políticas neoliberales desencadenaría el “Grexit”. Grecia ejerce un control verdadero de sus bancos, ya que es el accionista principal de cuatro bancos griegos que representan el 85 por ciento del mercado bancario nacional. Grecia puede crear una moneda complementaria en euros y no impresa, sino electrónica. Así podría permitir los pagos en euros dentro del país: pensiones, salarios de los funcionarios, ayuda humanitaria… todo con dinero electrónico. Y la gente con esa misma divisa podría pagar los impuestos, la comida, los medicamentos. Hay varias propuestas concretas que viajan en ese sentido. La pregunta es si el gobierno lo hará o no.

—Permítame insistir en el Grexit en caso de que se suspenda el pago de la deuda. El Banco Central Europeo (Bce) ya endureció en febrero las condiciones de acceso de los bancos griegos a la liquidez, previendo que podría no haber acuerdo.

—No se puede saber lo que habría pasado si el gobierno hubiese adoptado una estrategia más dura. Yo creo que si Grecia hubiera adoptado una posición más dura en las negociaciones habría obligado a los acreedores a buscar un acuerdo. Si el Fmi no hubiera recibido los 3.000 millones que recibió del país habría corrido a buscar un acuerdo. Y si Grecia dijera ahora al Bce que no va a pagar los más de 6.000 millones que le debe, lo mismo.

—Quizás Tsipras no lo hizo para no ser el primer gobernante de la eurozona que no le paga al Bce.

—Ah, ¡claro que aquí entra el miedo a lo desconocido! Por supuesto que hay explicaciones racionales al comportamiento de Tsipras. Tsipras creyó que los negociadores europeos estaban dispuestos a negociar, lo cual era falso. El objetivo de la comisión, de Angela Merkel, de Mario Draghi y de Christine Lagarde es hacer creer que estaban dispuestos a negociar a cambio de concesiones en forma de reformas del lado griego. Y al final terminan diciendo: queremos más. La estrategia de los acreedores, hay que reconocerlo, ha sido provechosa en el sentido literal del término, puesto que Grecia ha abonado gran parte de sus obligaciones de deuda sin ninguna contrapartida. Lo que las autoridades europeas no han conseguido es doblegar al pueblo griego ni que éste pierda confianza en Syriza. En este último punto, las instituciones han fracasado. Pero a nivel político europeo y con un enorme apoyo mediático, las instituciones hacen creer a la gente que los griegos son intransigentes. Cuando son ellos los intransigentes.

—Parece que Tsipras no seguirá su consejo de anular la deuda, como recomienda su auditoría parlamentaria, pero al menos puede arrancar una mención a la reestructuración.

—No será un buen acuerdo. Si hay una reestructuración de la deuda no será suficiente. Las medidas de austeridad serán continuadas y no habrá crecimiento económico en Grecia, como ocurrió en 2012 (cuando ya hubo una quita a la deuda griega). En seis meses, ocho, o en un año el problema de la deuda volverá como una cuestión vinculada al fracaso neoliberal. Si nuestra auditoría no es por el momento una prioridad, no excluyo que vaya a serlo en un futuro próximo.

1.     Entre los integrantes de la comisión hay ex altos funcionarios del Fmi.
2.     Tomado de Eldiario.es

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