Desde su llegada a Río, el “papa Chico”, como prefieren llamarlo los jóvenes brasileños, dejó en claro que su meta era “buscar llegar a las ovejas descarriadas”. Es decir, recuperar el terreno perdido por la Iglesia Católica en los últimos años. Menos del 50 por ciento de los habitantes del estado de Rio de Janeiro se dicen hoy católicos, 12 puntos menos de la media nacional), y 15 por ciento se dicen ateos (duplica el promedio del país). El estado de Rio de Janeiro, en particular su capital, ha sido tierra de caza de los evangélicos. Según un reciente estudio oficial, mientras los católicos de Rio son mayoritariamente blancos y de clase media, los evangélicos son pobres y negros. Los cultos evangélicos proliferan en todo Brasil, y ocupan espacios cada vez mayores en los medios de ...
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