El dólar superó durante el jueves los 40 pesos argentinos y cerró apenas debajo de los 39 pesos. En lo que va del año la moneda argentina se ha depreciado 45 por ciento. Ni el aumento de la tasa de interés a 60 por ciento, ni la venta –esta semana– de 300 millones de dólares pudieron detener la caída. El gobierno de Macri vuelve a viajar a Washington a pedir ayuda.
Durante la jornada de ayer el dólar rompió la barrera de los 40 pesos argentinos y el valor de la moneda argentina cerró por debajo de su equivalente uruguaya. Mientras tanto en Buenos Aires 300 mil personas marcharon bajo la lluvia contra los recortes en la educación universitaria, y las centrales obreras pusieron fecha para un paro general. Así cierra la peor semana del gobierno de Mauricio Macri.
A las 8.30 de la mañana del miércoles 29 el presidente argentino había intentado llevar tranquilidad a los mercados al publicar un video de un minuto y medio en el que anunció un nuevo acuerdo complementario con el Fmi para conseguir más dólares. Esperaba que el mercado recibiera con alivio la medida y que eso se reflejara en la apertura de las operaciones financieras. Ocurrió lo contrario: el dólar se disparó de 31,90 a 34 pesos durante la jornada del miércoles, y el Banco Central tuvo que vender otros 300 millones de dólares para intentar contener la imparable subida. En un día los especuladores pudieron hacer grandes ganancias netas comprando dólares a primera hora y vendiéndolos al final de la jornada a un precio muy elevado. La suba de otros 15 puntos en la tasa de interés –a 60 por ciento– no logró morigerar el desplome del peso.
EN EL GABINETE. El ministro de Economía, Nicolás Dujovne, anunció que viajaría el lunes próximo a Washington, al tiempo que la oposición parlamentaria reclamó cambios urgentes en el gabinete. Pero se especula que no llegarán durante la semana que viene, mientras Dujovne negociará en reuniones con el Fmi y algunos inversores de peso cómo conseguir billetes verdes.
Marcos Peña, jefe de Gabinete y mano derecha de Mauricio Macri desde que este último ganara la alcaldía de Buenos Aires en 2007, es señalado incluso por los sectores aliados del gobierno como responsable de los errores del Ejecutivo. “Es mi cerebro y mano ejecutora”, comentó Macri sobre Peña cuando asumió la presidencia, en 2015. Nadie cree que Peña vaya a abandonar la Casa Rosada, pero los tiburones del peronismo ya afilan sus dientes. El ex presidente Eduardo Duhalde expresó que el gobierno “está para el sepelio”, y Alberto Fernández, ex jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, reclamó cambios urgentes en las políticas y los hombres del gobierno. Fernández es un reconocido articulador entre todas las tendencias del peronismo. El jueves, mientras la gran marcha universitaria partía del Congreso hacia Plaza de Mayo, él se abría paso a contramano de la multitud, rumbo a las oficinas de la bancada peronista en el parlamento, para participar en la reunión de “caciques” peronistas en el Senado, donde se discutiría cómo ponerle un ultimátum al gobierno.
En lo que va del año el peso argentino ya se devaluó 45 por ciento. El miércoles el diario La Nación lo reconoció, titulando: “Por primera vez en la historia el peso argentino vale menos que el uruguayo”. La noticia dio lugar al miedo, y los efectos de la corrida cambiaria se vieron rápidamente reflejados en los precios de los productos de primera necesidad. Según la Cámara Argentina de Supermercados (Cas) y la Federación Argentina de Supermercados y Autoservicios (Fasa), las principales empresas productoras de alimentos de primera necesidad, artículos de limpieza, bebidas y comestibles en general decidieron no reponer sus productos en las góndolas “hasta no saber a qué precios cotizarlos, por las fluctuaciones del dólar”, según informó Fernando Aguirre, vocero de ambas cámaras patronales.
“Los únicos ganadores en esta situación son los sectores financieros”, comentó el economista Aldo Pignanelli, ex director del Banco Central y actual referente del peronismo renovador. “Y la situación ya no se sostiene, porque ni siquiera el Fmi cree en las promesas del gobierno y su equipo económico”, sentenció.
BAJO LA LLUVIA. Además de la caída vertiginosa del peso, el gobierno enfrentó este jueves 30 masivas movilizaciones en todo el país como parte del conflicto estudiantil que ya lleva cuatro semanas de paros docentes. Se movilizaron los gremios y centros de estudiantes de las 57 universidades nacionales. Sólo en la capital 300 mil personas manifestaron bajo la lluvia entonando cánticos contra Macri y “en defensa de la educación pública, gratuita, laica e inclusiva”. El martes Macri se había reunido en la Casa Rosada con los rectores de algunas de esas universidades para comunicarles los recortes que sufrirán las obras de infraestructura –planeadas para 2018-2019– en sus universidades. Un día antes, el ministro de Educación, Alejandro Finocchiaro, había acusado a una supuesta alianza “kirchnerotrotskysta” de entorpecer las negociaciones salariales de los docentes. El gobierno les ofrece 15 por ciento de aumento, aunque reconoce que para fin de año habrá una inflación acumulada superior al 30 por ciento. La Central de Trabajadores de Argentina, la Central de Trabajadores Autónoma y la Confederación General del Trabajo convocaron a un paro nacional para el 25 de setiembre. Pero los conflictos gremiales crecen día a día y podrían forzar a adelantar la medida, sostienen en la Central de Trabajadores de Argentina.
En medio de la marcha universitaria, un hombre mayor comentó al cronista de Brecha: “Ustedes tuvieron al payaso de (Jorge) Batlle, pero nosotros no somos menos y lo tenemos a Macri”. La lluvia golpeaba a la multitud y el dólar había cerrado apenas debajo de los 39 pesos; la sensación de revivir una película ya vista se instalaba en el país.