—Carlos, ¿está bien afirmar que su libro1 va contra una interpretación de la transición a la democracia que dejaba gente afuera?
—Sí. Varias interpretaciones de la transición dejaban vacíos. Cada una dejaba espacios distintos, pero había toda una zona que nadie cubría. Entonces, la idea era cerrar el embaldosado, digamos. Estaba la versión de [Julio María] Sanguinetti, la de Luis Eduardo González, la de [Daniel] Corbo, la de [Lincoln] Maiztegui,2 entre otras. Te quedan huecos, cosas que uno dice que el otro no dice y cosas que todos olvidan. Tampoco se trata de que el libro muestre materiales secretos ni de que tenga entrevistas que revelan cosas nunca antes oídas.
—Además de cerrar el embaldosado, ¿no hay una cuestión que depende un poco de cómo se conceptualizan las cosas? En ...
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