Dos interesantes textos que rememoran viejas épocas se cruzan en cartel: Los disfraces, del uruguayo Ricardo Prieto, y Magnolias de acero, del norteamericano Robert Harling, que muestran –salvando sus distancias– dramas interiores y colectivos, calando hondo en sus personajes sin perder su potencial dejo de humor.
Los disfraces. Gabriela Miraballes pone en escena un texto de uno de nuestros dramaturgos más prolíficos y reconocidos, Ricardo Prieto. Reconstruyendo una escena costumbrista Juan y Alicia (Juan Pablo García, Carolina Rodríguez) mantienen un diálogo que recrea la clásica relación de amo-criado con los vericuetos de las diferencias sociales bien establecidas en sus intercambios. Un diálogo que va tejiendo vínculos con otros personajes extra escena, como los padres de Alicia, también patrones, y va enrareciéndose mientras establece un crescendo de violencia con algunos datos solapados. La puesta acierta en la construcción del marcado quiebre que el texto exige entre las dos escenas que muestran un antes y un después en la relación de estos personajes que se transforman junto a sus uniformes. La relación aparentemente unidireccional entre un activo que demanda y un pasivo que responde se convierte en un ida y vuelta donde los roles se invierten y se deja ver la máxima del teatro, un actor representando a otro. Los actores acompañan el cambio de registro y mantienen la verosimilitud de su diálogo que vira también violentamente hacia una escena fuertemente sexual en la que, detrás de aquellos disfraces, nada es lo que aparenta. Una interesante oportunidad de recordar a Prieto y conocer una muestra más de su pluma, en este caso una pieza corta escrita en 1969.
Magnolias de acero. Es inevitable recordar la versión cinematográfica dirigida en 1989 por Herbert Ross con el protagónico de Julia Roberts. Lo interesante de esta versión teatral dirigida por Álvaro Ahunchain es que, una vez que el elenco de mujeres se presenta en la escena, uno olvida toda reminiscencia de la pantalla. La historia es la de seis mujeres muy amigas que viven en una pequeña localidad de Louisiana y se encuentran en la peluquería de Truvy (Jenny Galván) para acompañar a la pequeña Shelby (Tefi Crocce) en la preparación de su peinado de bodas. Las escenas se centran en la peluquería como mítico lugar femenino de encuentro, de charlas e intercambios de mujeres de diferentes edades y características personales, y van marcando el paso del tiempo y diversas situaciones vitales. El elenco brilla en la composición de cada uno de estos entrañables personajes. Josefina Trías aporta un aire de frescura y espontaneidad en la construcción de la inocente nueva empleada de Truvy, Annelle; Isabel Schipani arroja momentos de descacharrante humor con las intervenciones sorpresivas de su pesimista personaje, Virginia Méndez acompaña en el rol de la dulce y soñadora Clairee y Silvia Novarese atrapa toda la atención en cada intervención componiendo la dureza y la fragilidad de la madre de Shelby, con un monólogo final que emociona hasta las lágrimas. Una oportunidad imperdible para apreciar el trabajo de este grupo de talentosas actrices en un texto hondamente femenino, que entretiene en la dinámica de una comedia inteligente, pero que también transita por el drama bien sostenido. El texto escrito por el americano Robert Harling cuenta con la traducción de la recordada Elena Zuasti.