Los lazos que unen a Annie Ernaux con el feminismo pasan por una politización de lo personal, una exploración de la dominación en las relaciones familiares, los abusos de las instituciones sobre el cuerpo femenino y el desmonte de los mandatos del patriarcado. Pero, sobre todo, por una postura política frente a la escritura: una búsqueda de evidenciar los límites propios y ajenos, entrar y salir de la autonomía ficcional, y desarrollar una reflexividad descarnada. En ese sentido, funciona la ironía con la que aborda las fronteras de una concepción letrada elitista, alejada de la vida cotidiana, de las personas que toman el tren todos los días para ir a su trabajo y volver a sus casas o de las que caminan por el supermercado de grandes superficies conversando sobre los productos o sobre su...
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