El camino venía duro, con dificultades, pero con recompensas que aparecían casi sin esperarlas. Ese pibe que venía de entre el Cerrito de la Victoria y Brazo Oriental, que había arrancado su carrera en Fraternidad y a quien el fútbol había llevado lejos veía que lo suyo por ahí ya se terminaba, sobre todo por una porfiada lesión de rodilla.
Había querido estudiar Filosofía, pero eligió Magisterio. Daba clases en escuelas de La Teja, el Cerro y Paso de la Arena mientras desenvolvía su carrera de futbolista. Nunca pensó en ser entrenador, pero se anotó al curso para buscar otra fuente de ingresos. Con tres hijas no era nada fácil. Así fue que en la dirigencia de los del Prado le ofrecieron trabajar en juveniles.
Tabárez fue aprendiendo y desaprendiendo al mismo tiempo lo que pensó que...
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