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Las formas del monstruo

Cuentos de horror Las formas del monstruo

LA NUEVA ENTREGA de la colección Cuadernos de Ficción, del sello Estuario Editora, se centra esta vez en el horror como motivo literario, convocando a 11 escritores rioplatenses y a 11 ilustradores quienes, en este último caso y como ya es habitual en la propuesta, expresan en su arte cada relato. Este es el séptimo volumen de una serie que ha versado sobre temas diversos, y que en orden de aparición han sido: Sobrenatural (2012), Fóbal (2013), Aventurero (2014), Erótica (2015), Negro (2016) y Balnearios (2017), todos bajo la coordinación del escritor Rodolfo Santullo. “El cuento de horror es tan viejo como el pensamiento y el lenguaje humano”, explica Lovecraft en su referencial El horror en la literatura, dado que “el miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad”. Ese motor, entonces, el miedo en todas sus formas, la ansiedad y la aversión, transitan estos relatos y les dan cohesión y carácter. El detonante de esa incomodidad puede ser múltiple y provenir de una fuente real y objetiva, como de lo sobrenatural, lo paranormal o, al menos, de lo no perteneciente a la experiencia tangible y cotidiana. Y así el volumen se inaugura con “Perro del espacio” (Matías Bragagnolo), un texto que instala la violencia en el conjunto a través de un amante obsesionado con una herramienta de placer sexual tan siniestra como revulsiva, y culmina con “La quiniparca” (Jorge Yaco), en el que una enfermera avasallada por la vida decide con escalofriante cálculo la vida o la muerte en una sala de emergencias. En el medio, el arco de posibilidades y estilos es amplio, con resultados diversos. Tal es la variedad, que un intento de establecer categorías, aun las más obvias, como por ejemplo las que vinculan temas y edades (con autores nacidos entre 1965 y 1995), se vuelve esquivo. Entre lo más destacado del conjunto aflora “La receta perfecta del arroz integral”, de Mercedes Estramil, una historia que dosifica la tensión con habilidad, con ese ex matrimonio de buenos amigos que se detiene en la carretera solitaria para auxiliar a un sujeto intimidante, situación que nunca suele terminar bien y que recuerda un poco, salvando las distancias, a aquella escena tremenda de Animales nocturnos (Tom Ford, 2016). Destacado también, y con una impronta distinta del anterior, aparece “Vudú”, de Carlos Rehermann, el único texto que sitúa la acción en un pasado histórico, posiblemente en la bisagra entre los siglos XIX y XX, con una mujer apodada la “bruja africana” que no duda en recurrir a las artes del vudú cuando su amante, ése por el cual abandonó bienes y libertad, la traiciona. “Vudú” es también un relato de aventuras, de encuentro de mundos, donde la intertextualidad con la obra de Quiroga y la intromisión de personajes históricos, como Lafcadio Hearn, aportan lo suyo a la historia. Entre los cuentos potentes del volumen también se encuentra “Natural”, de Virginia Mórtola, que introduce una de las perspectivas más siniestras del conjunto: la de una familia, y en particular la de una madre, que con pavorosa naturalidad alienta a uno de sus integrantes en la más insana de sus obsesiones. Y también “Liebre”, de Gonzalo Palermo, que construye una atmósfera inquietante con la historia de tres hombres –dos de ellos experimentados, pero a merced de una fenomenal borrachera– que salen a cazar en un paraje nocturno y solitario. En el resto del conjunto el detonador del horror tiene distinta matriz: un hombre que queda atrapado en un edificio aunque lo único que deseaba esa tarde era ver el partido (“Indulgencia plenaria”, de Guillermo Hohn); una guillotina en medio de una habitación que evoca un poco el terror de “El pozo y el péndulo”, de Poe (“Guillotina”, de Darío Caraballo Hook); un hombre prisionero de los delirios desatados por una infancia violenta (“Imágenes”, de Fermín Méndez); una nueva novia con trastornos del sueño inquietantes (“Ada”, de Rosario Lázaro Igoa); un hombre con la tristeza a cuestas y un trabajo que lidia día a día con la enfermedad y la muerte (“Debilidad de la carne”, de Matías Larramendi). El correlato visual de estos textos corre a cargo de 11 ilustradores cuyos nombres pueden resultar más o menos familiares para el lector, razón por la cual sería útil incorporar, en el futuro, algunas coordenadas biográficas y de trayectoria de los artistas. Ellos son: Nicolás Brondo, Patricia Segovia, Gabriel Ciccariello, Pablo Praino, Fernando Ramos, Maco, Leo Sandler, Fiorella Santana, Silva Bros, Sebastián Santana y Torko.

La nueva entrega de la colección Cuadernos de Ficción, del sello Estuario Editora, se centra esta vez en el horror como motivo literario, convocando a 11 escritores rioplatenses y a 11 ilustradores quienes, en este último caso y como ya es habitual en la propuesta, expresan en su arte cada relato. Este es el séptimo volumen de una serie que ha versado sobre temas diversos, y que en orden de aparición han sido: Sobrenatural (2012), Fóbal (2013), Aventurero (2014), Erótica (2015), Negro (2016) y Balnearios (2017), todos bajo la coordinación del escritor Rodolfo Santullo. “El cuento de horror es tan viejo como el pensamiento y el lenguaje humano”, explica Lovecraft en su referencial El horror en la literatura, dado que “el miedo es una de las emociones más antiguas y poderosas de la humanidad...

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