—¿Cómo surgió la idea de reunir toda esta gran masa de cartas de la dictadura? ¿Por dónde empezaron a buscar?
—Todo surgió de manera bastante casual, por una necesidad personal. En el año 2012 murió mi madre, “Chiquita” Constenla, una periodista argentina, y parte del duelo consistió en abrir decenas de cajas de papeles guardadas. Reencontré las cartas que nos enviábamos en tiempos del exilio. Las leí y releí mil veces. Tenían una riqueza especial. Te ubicaban de inmediato en ese momento, sin filtros. Allí se relataban situaciones personales y colectivas que reflejaban no sólo la vida de una familia sino de una sociedad en tiempos de dictadura. No sabía qué hacer con ellas, imaginé que en cada casa debía de haber una caja de zapatos que guardaba tesoros similares. Y que nadie debía tene...
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