La hora del terror - Brecha digital
Campaña sucia en Perú ante eventual triunfo de Castillo

La hora del terror

El fujimorismo agita los fantasmas del terrorismo y el comunismo de cara al balotaje de este domingo, mientras comunicadores y militares amenazan con graves consecuencias en caso de un resultado adverso.

Protesta contra Pedro Castillo, el 29 de mayo, en Lima Afp, Gian Masko

Cartelones gigantes centellean en las avenidas de Lima, en un apabullante despliegue que pretende alertar a los peruanos: «¡El terrorismo existe!», «El voto en blanco favorece al comunismo». Letras grandes, colores vivos, signos de exclamación. La campaña de Keiko Fujimori ha utilizado todos los lugares comunes imaginables para azuzar el miedo: comunismo y terrorismo a la vuelta de la esquina, libertad y democracia amenazadas. Un notable esfuerzo por la desmemoria de una corriente cuyo creador, Alberto Fujimori, purga prisión por violar los derechos humanos y por corrupción, crímenes cometidos luego de su autogolpe de Estado de 1992. La propia Keiko enfrenta un pedido de la fiscalía de 30 años de prisión por lavado de activos.

Una de las principales características de esta campaña es que las huestes fujimoristas y casi todos los grandes medios abusan del vocablo terruco, ‘terrorista’. El adjetivo ahora se usa exclusivamente contra el candidato Pedro Castillo, pese a que nunca participó en ninguno de los movimientos considerados terroristas en Perú ni en acciones contra los derechos humanos. Para la BBC, el terruqueo es la forma de «demonizar a aquellos que tienen ideas afines a la izquierda o progresistas, o a cualquiera que cuestione de alguna manera el statu quo, insinuando que simpatizan con grupos armados que operaron en Perú, como Sendero Luminoso» (BBC Mundo, 31-V-21).

«Es una práctica desleal en democracia», dijo a la cadena británica Vicente Ávalos, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Pacífico. Con el paso del tiempo, el adjetivo ha ido cambiando de destinatarios, pero mantiene su tinte discriminatorio. Se lo utilizó en la década del 80 para definir a los miembros de Sendero Luminoso, autores de múltiples masacres y violencias en aras de llegar al poder.

Una vez recuperada la democracia, a partir de 2000 los partidarios del fujimorismo lo usaron para atacar a quienes apoyaban las condenas contra el expresidente. Más recientemente, terruco se ha empleado contra todos aquellos que se oponen al modelo neoliberal implantado en la década del 90, que se ancla en la minería a gran escala y provoca graves daños ambientales y sociales, especialmente en las comunidades andinas (véanse «Quinua de cien colores» y «La megaminería genera más deuda social», Brecha, 16-V-19 y 16-V-14). En la primera vuelta de estas elecciones presidenciales, la candidata de izquierda Verónika Mendoza fue llamada Terrónika por otro aspirante a la presidencia.

Los calificativos denigrantes también se utilizaron profusamente durante las campañas en las que se candidateó Ollanta Humala, quien finalmente fue presidente entre 2011 y 2016, tras hacer un gran esfuerzo por deslindar su figura de cualquier sospecha de izquierdismo. Este año, sin embargo, parecen haberse traspasado todos los límites en un país donde los medios tienen barra libre para lanzar todo tipo de exabruptos.

Pocos dudan de que los grandes medios se han escorado en contra de Castillo. Una reciente encuesta del Instituto de Estudios Peruanos muestra que el 59 por ciento de los entrevistados creen que los medios son parciales y, de ese grupo, ocho de cada diez piensan que favorecen la candidatura de Keiko Fujimori (Nueva Sociedad, VI-21).

«ACCIONES DE PELIGROSA ENVERGADURA»

Mientras las encuestas muestran a Castillo como favorito por un estrecho margen y para completar el cuadro de campaña polarizada, a fines de mayo ex altos mandos de las Fuerzas Armadas peruanas emitieron un llamativo comunicado. Allí cuestionan la legitimidad del Jurado Nacional de Elecciones y de la Oficina Nacional de Procesos Electorales, y deslizan la sospecha de que solo un fraude puede hacer ganar al maestro rural. En caso de que triunfe Keiko Fujimori, «los exmilitares proponen prepararse para reprimir la protesta y el caos social que se generaría» (Servindi, 30-V-21).

El comunicado afirma que existe una «amenaza de uno de los partidos» de provocar caos en caso de no ganar el 6 de junio y que «se han encontrado gran cantidad de armas de guerra y municiones escondidas en diferentes lugares de la capital […] constituyendo todo ello evidencias de que se podrían estar preparando acciones violentas de peligrosa envergadura». Entre los firmantes del pronunciamiento abundan uniformados que ascendieron bajo el régimen de Fujimori, algunos de ellos con cuentas pendientes con la Justicia. La misiva se conoció una semana después de una masacre que dejó al menos 16 muertos cerca de la localidad andina de Pichari y en la que las autoridades militares en actividad adivinaron rápidamente móviles políticos de un presunto sucesor de Sendero Luminoso. No obstante, la identidad de los asesinos aún está bajo investigación y no se descarta que la masacre esté ligada al narcotráfico.

En el diario fujimorista Expreso, de gran circulación, el columnista Hugo Guerra propuso, en tanto, medidas para desconocer un eventual triunfo de Castillo, en cuya candidatura «por primera vez confluyen senderistas, emerretistas [en referencia al MRTA, una organización guerrillera hoy desarticulada] y progresistas» (Expreso, 25 -V-21). El artículo defiende una «tercera vuelta» electoral en caso de derrota de Keiko Fujimori, «o tendrá que recurrirse a graves soluciones para graves problemas».

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