Ante el avance de la protesta social, el gobierno francés decidió recurrir a los militares para colaborar en las tareas de represión. La medida, inédita en los últimos cincuenta años, despierta oposición no sólo en filas de la izquierda, sino también dentro del propio ejército.
El sábado 23 fue la
decimonovena jornada de manifestaciones de los chalecos amarillos y pintaba
como una de las potencialmente más peligrosas. Pocos días antes, el gobierno de
Emmanuel Macron había anunciado que los militares de la operación Centinela,
utilizados en la represión al “terrorismo” desde 2015, podrían ser empleados en
la protección de edificios públicos y en el mantenimiento del “orden” en
general. Se trataba, para el Ejecutivo, de “acabar de una vez por todas con
los saqueos y las agresiones a los ...
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