Fue un saludo nazi, mal encubierto, el que anunció el estruendoso avance electoral de los Demócratas de Suecia. Extática, Rebecka Fallenkvist, candidata a parlamentaria regional y una de las principales caras del aparato propagandístico del partido ultraderechista, extendió su brazo y exclamó un inusual «Helg seger!» (algo así como ‘victoria de fin de semana’) frente a una cámara que cubría el festejo durante la vigilia oficial del partido en Estocolmo. Indudablemente era consciente de que exclamar Hell seger! –la traducción literal del Sieg Heil alemán de los nazis– configuraría un crimen de odio penado por la Justicia. La diferencia de una consonante le permitiría sostener luego que en ningún momento su intención fue pronunciar «¡Viva la victoria!», a la manera de los neonazis asumidos....
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