—Si no hubiese pasado lo que pasó, no habría dicho que estaba pasando hambre –aseguró Pedro,1 docente de Secundaria, en referencia a una alumna de 12 años que se desmayó en clase.
Fue la última: en lo que va del año, los episodios así se vienen repitiendo con una frecuencia que él no había visto antes. Esa familia ni siquiera tenía camas. Dormían en el piso. Pero lo que determinó que la chica se desvaneciera fue que llevaba más de un día sin comer. Sin comer porque no tenía qué. La precisión viene a cuento porque, según el profesor, a veces los adolescentes comen menos de lo necesario por otras razones. Pero lo que tiene alarmados a muchos docentes de la enseñanza media pública del noreste montevideano es el hambre.
—De mañana, todos los días se nos descompone alguno. Algunos se des...
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