El viaje de Thomas Miller comenzó con un fuego bastante antes de volver flamígera su propia guitarra. Era 1966 y los caminos del entonces adolescente nacido en New Jersey se cruzaron con los de un tal Richard Meyers en la Sanford School de Delaware. Los muchachos pegaron onda, su buena química los llevó a ratearse por tiempo indeterminado de la escuela y de la vida. Hicieron dedo hasta llegar a Alabama y, tras semanas dados a la fuga, firmaron su primera obra conjunta: prendieron fuego un gran campo. Fueron descubiertos y cayeron presos bajo la carátula de incendio y vandalismo. Tom declaró a las autoridades que lo hicieron para no pasar frío; Richard dijo que quería ver todo arder. La Policía los devolvió a sus familias. El humo quedó en el aire.Al poco tiempo, Miller pasaría a rebautiza...
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