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Genética colectiva

Lo que sigue es un esbozo de reconstrucción de la historia de Santa Catalina, “la perla del oeste”, desde los ojos de algunos de sus protagonistas. De esos vecinos que se dieron cuenta de que juntándose era mejor, aunque no más sencillo. Una genealogía de sus organizaciones y sus luchas, una apuesta a la memoria larga.

Santa Catalina. Foto: FEDERICO GUTIÉRREZ

Es muy poco lo que en su paisaje lo vincula al Marconi, al Borro o al Nuevo Capra, pero Santa Catalina es un asentamiento, si por asentamiento se entiende un montón de gente que se establece en un lugar “irregularmente”, lo ocupa, lo puebla, lo construye. Hasta hace 25 o 30 años Santa Catalina era un gran terreno abierto apenas habitado, base de pescadores artesanales que salían mar adentro desde su playa, un gran baldío semirrecostado sobre antiguos saladeros y frigoríficos en desuso, restos de lo que un día fuera una zona industrial. Es, también, casi que un apéndice del Cerro, de cuyo corazón la separan escasas decenas de cuadras. Pero desde hace tres décadas, más aun hoy, es una zona con personalidad propia, enclavada en un territorio, el oeste de Montevideo, en plena transformación –l...

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