“Gaby abomina de la literatura fantástica, ese género que la llena de inquietudes fútiles, enterándola de hechos falaces que postulan o bien una física diferente de la que rige el universo, o una distorsión demasiado grosera de las estadísticas”, eso que tanto abomina el personaje de Leo Maslíah es, al día de hoy, uno de los temas que vuelve con mayor insistencia al terreno de los debates sobre literatura.1 Los espacios de discusión en torno a esta opción estética han crecido notoriamente en los últimos años, lo que a nivel académico se expresa en una relativa proliferación de grupos de investigación, publicaciones, coloquios y seminarios. El año pasado Banda Oriental editó Proyecciones de lo insólito. Lo fantástico en el cuento uruguayo del medio siglo XX, del investigador, docente y crítico Claudio Paolini (Montevideo, 1961). Sin ir más lejos –y para ilustrar lo dicho antes–, en 2018 se publicaba un libro colectivo, coordinado por Hebert Benítez Pezzolano, titulado El otro lado: disrupciones en la mímesis. Lo insólito, lo fantástico y otros desplazamientos en la narrativa uruguaya (desde los años sesenta a las primeras décadas del siglo XXI).
Luego de que su primer libro, Teatro uruguayo y los pliegues del realismo (Montevideo, 2014), invitara atransitaruna zona poco explorada de la dramaturgia nacional ubicada entre los años cincuenta y el fin de la dictadura cívico-militar, en esta segunda entrega Claudio Paolinipresenta una versión actualizada de la que fue su tesis doctoral: “La narrativa fantástica uruguaya (1947-1960)”. El autor reescribe el texto con miras a una circulación mayor, y extrae algunas formalidades académicas que imprimen dinamismo a la lectura. La investigación se orienta como una respuesta en diferido a una serie de afirmaciones volcadas por Ángel Rama en una breve nota sobre letras nacionales aparecida en Marcha en 1958. Allí, el crítico uruguayo expresaba que el relato de índole fantástica “tiene entre nosotros una vida tan tímida y opaca aún, que algunos estarían dispuestos a considerarlo un género fantasmal”.
A partir de este disparador, Paolini comienza un relevo de aquellos cuentos de corte fantástico publicados entre 1947 y 1960, años en los que se publican Nadie encendía las lámparas y La casa inundada, ambos libros de Felisberto Hernández, que suponen verdaderos mojones en la historia de nuestra literatura. Asimismo, “es precisamente a partir de 1947 que un conjunto de escritores jóvenes comienza a percatarse de las diferencias entre ellos y sus antecesores, y a concebirse como agentes de cambio”. Por otro lado, el ingreso en los años sesenta está marcado por la consolidación de dichos escritores y, además, por una serie de acontecimientos históricos de trascendencia (el por entonces reciente triunfo de la revolución cubana, sobre todo). Delineadas las coordenadas y el encuadre metodológico, señalados los antecedentes de esta tradición y el entorno sociocultural uruguayo del medio siglo XX, el autor se embarca en la fatigosa tarea de repasar las principales líneas teóricas de lo fantástico, explicitando de este modo sus adscripciones y rechazos, certezas y encrucijadas.
El foco de la investigación está puesto en un conjunto de más de veinte escritores, entre nombres a esta altura célebres (el ya mencionado Felisberto Hernández) y olvidados (Viriato Bautista Alcaraz o Julián Silva Serrano). Entre estos dos extremos se encuentran, por ejemplo, María Inés Silva Vila, Saúl Pérez Gadea, Giselda Zani, Pedro Leandro Ipuche. En esta labor de recuperación de textos, Paolini reseña con estilo sobrio y documentado biografías y argumentos, y evita, en general, juicios de valor o pronunciamientos sobre las obras. En ocasiones esto puede confundir al lector, que frente a la calidad desigual de los 49 cuentos referidos no alcanza a calibrar la pertinencia real de algunos escritos. Del mismo modo, es de destacar el abordaje de improntas injustamente relegadas, como la de Ema Risso Platero, cuyo libro Arquitecturas del insomnio –prologado por Borges e ilustrado por Luis Seoane– se abre a una lectura desde el presente. Son varios los hallazgos en este sentido.
Hacia el final, el investigador vuelve al análisis de una serie de textos de Felisberto Hernández, aunque esta vez desde una mirada que profundiza el entrecruzamiento entre literatura y psicoanálisis; esto resiente la trabada cohesión que presentaba el libro hasta ese momento. Por lo demás, Proyecciones de lo insólito supone un aporte significativo que, además de resituar textos de envergadura desatendidos por la crítica, ayuda a pensar las complejas proyecciones que, mediante tensiones, desplazamientos y vínculos sutiles, se trazan entre el canon y la periferia.
1. “La función de la literatura”, Carta a un escritor latinoamericano y otros insultos, Criatura Editora, Montevideo, 2017.