Como el parlamento, a su criterio, estaba demorando más de la cuenta la aprobación del presupuesto para seguridad, el presidente salvadoreño declaró el asunto “emergencia nacional”. Luego convocó una asamblea extraordinaria, entró a la sede legislativa flanqueado por soldados y policías, y pretendió dirigir la sesión. Como no lo logró, rezó. Aunque el hecho, evidentemente, no pasó desapercibido, tampoco resultó extraño si se tienen en cuenta las características tradicionales del sistema político salvadoreño.
Durante el siglo XX,
muchos países latinoamericanos han sufrido serias dificultades para mantener un
equilibrio entre los órganos del Estado, se han hecho grandes esfuerzos para
que el presidente no acumule demasiado poder, y es ahí donde vienen a la mente
nombres como el de Fulgen...
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