Los vecinos de La Cruz de Carrasco señalan en el aire las líneas invisibles que dividen a un mismo barrio. A un lado de camino Oncativo (territorio cotidiano de la crónica policial) se encuentran las casitas con rejas y jardines cuidados con esmero por las familias que han estado en el barrio desde sus orígenes. Al otro lado de la calle, como si se tratara de otra dimensión, viven los perros flacos, se amontonan los ranchos de chapas despintadas y la vista se pierde en los corredores a los que nadie entra sin permiso.
Cerca, en esa misma acera, hay dos complejos de viviendas: las casas rojas y las blancas, que alojan a los vecinos de los planes de vivienda de los años noventa y a los realojados de los asentamientos por los gobiernos de izquierda. Son los viejos y los nuevos conviviendo ...
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