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El eslabón encontrado

Investigación de Brecha localiza el paradero de Nelson Bardesio.

Cía por Ombú.

A los 68 años, Nelson Bardesio Marzoa –el agente de la cia y fotógrafo policial que 36 años atrás reveló a los tupamaros la identidad de los integrantes del Escuadrón de la Muerte y confesó la forma en que operaba clandestinamente en atentados con explosivos, torturas a detenidos, asesinatos y desapariciones– vive actualmente en Argentina. Brecha lo ubicó en su domicilio del partido de Ituzaingó, en el Gran Buenos Aires, donde reside con su esposa. Al cierre de esta edición, se aguardaba la orden para su detención preventiva, previa al pedido de extradición.

El testimonio de Bardesio es considerado un elemento clave de la investigación judicial en curso por el asesinato y desaparición de Héctor Castagnetto. Pero para ello será necesario que la justicia argentina acceda al pedido de extradición de su par uruguaya, un trámite que recién comienza con la solicitud de captura.

Es impredecible establecer cuál será la actitud del ex fotógrafo policial una vez que se enfrente a la jueza penal que realiza la investigación. En marzo de 1972, interrogado por los dirigentes tupamaros en la “Cárcel del Pueblo”, Bardesio confesó con lujos de detalles los pormenores que vinculaban a los grupos paramilitares y parapoliciales con el Ministerio del Interior y de Defensa. Una vez liberado, y a pesar de sus temores de que fuera asesinado por sus camaradas policías, Bardesio fue entregado al Ministerio del Interior, en mayo de 1972, y en circunstancias que se desconocen, se rectificó de sus confesiones, aduciendo que había sido torturado psicológicamente.

Probablemente en noviembre de 1972 logró abandonar el país, quizás protegido por los agentes de la cia estacionados en Montevideo. Un primer destino, según periodistas estadounidenses que investigaron el Escuadrón de la Muerte uruguayo, habría sido Canadá; más tarde fue ubicado en México, ahora como pastor de una iglesia evangélica.

Una investigación de Brecha pudo establecer que Bardesio contrajo matrimonio en 1976 con su actual esposa, según los registros del condado Bexar, en el estado de Texas; en 1972 el agente de la cia estaba casado con una funcionaria policial, y se desconoce cuándo y cómo se produjo el divorcio.

Las páginas amarillas de la telefónica de Texas indican que en 2004 Bardesio registraba como domicilio las oficinas de la Compañía Cantrell en el 8144 Walnut Hill Ln, Ste 1440

Dallas, tx 75231-4344. La empresa tiene, sugestivamente, el nombre de quien fuera uno de los más activos jefes de la estación de la cia en Montevideo, William Cantrell, de quien Bardesio fue el chofer de confianza.

Si Bardesio pretendió borrar su rastro durante más de 30 años, para dejar atrás su pasado de coordinador de grupos operativos del Escuadrón, su llegada a Argentina, en junio de 2006, provoca cierta perplejidad, puesto que no se esforzó por disimular su presencia. Ingresó a ese país con el pasaporte estadounidense número 712614610, expedido a su nombre. Hasta donde se pudo reconstruir su periplo con base en numerosas fuentes consultadas, Bardesio optó por instalarse en una casa anodina, ni muy modesta ni muy lujosa, de un barrio de clase media alta de la calle León Bloy 308, en Ituzaingó, una población del Gran Buenos Aires distante unas dos horas del centro de Capital Federal. El teléfono particular fue registrado a nombre de su esposa. Y se sabe que en ciertas oportunidades viajó a Montevideo para visitar a sus propios familiares.

Al activarse la denuncia por la desaparición de Castagnetto, la justicia uruguaya solicitó información vía Interpol, y la policía argentina, a mediados de 2007, comunicó en detalle sobre el paradero y bienes del ex fotógrafo policial. Por razones que se desconocen, el pedido de captura preventiva no se activó hasta ahora y es de presumir que Bardesio tenía conocimiento de las diligencias judiciales. Sin embargo, no tomó al parecer ninguna medida para eludir una detención. Quizás ello sugiera que Bardesio está dispuesto a desentrañar la confusión de mayo de 1972 que permitió a una mayoría parlamentaria mirar para el costado e ignorar la responsabilidad institucional de los gobiernos de Pacheco Areco y Juan María Bordaberry al estimular, amparar y financiar los escuadrones paramilitares y parapoliciales.

BARDESIO LOCALIZADO. En el curso de la investigación de Brecha pudo verificarse, por dos fuentes independientes entre sí, la presencia de Bardesio en Argentina. El martes 22 un equipo del semanario se trasladó a Ituzaingó. Logró ubicar la casa, una construcción de ladrillos a la vista, con un cobertizo para el vehículo marca Citroen color negro y una entrada enrejada. Ciertos paralelismos saltaron a la vista: el nombre de la calle corresponde al escritor francés del siglo xix, que primero fue un disipado mujeriego y después se convirtió en una especie de monje asceta, de la misma forma que Bardesio fue primero un activista del Escuadrón de la Muerte para luego convertirse en pastor evangelista. Quizás haya sido un accidente el lugar de residencia, pero no puede menos que señalarse que la calle está literalmente rodeada de reminiscencias uruguayas: las laterales y paralelas de León Boy exhiben nombres como José Artigas, Oribe, Juan Antonio Lavalleja, Tacuarembó, Colonia, Florida.

La discreta vigilia de Brecha pretendía confirmar su presencia y obtener una fotografía de Bardesio, que nunca fue difundida. El vecindario, preocupado por las olas delictivas, se alborotó ante la presencia persistente de extraños. Finalmente, en la mañana del miércoles 23, Brecha intentó comunicarse telefónicamente con Bardesio. Atendió su esposa: “Nelson está ahora en la ducha”. Media hora más tarde, Brecha tocó el timbre de la puerta.

—Queremos hablar con el señor Nelson Bardesio.

—¿Quién lo busca? –preguntó una voz femenina a través del portero eléctrico.

—Periodistas uruguayos.

Hubo un silencio y la comunicación se cortó. No parecía que el matrimonio Bardesio estuviera sobre aviso.

Minutos más tarde, después de varios intentos, la esposa atendió el teléfono, y ante el requerimiento anunció que Bardesio no quería formular declaraciones. Los argumentos esgrimidos no lograron variar la determinación. Sin embargo, quedaba cumplido el objetivo de confirmar la presencia del ex agente de la cia en Ituzaingó.

En el momento de sacar su vehículo, una vecina fue abordada por Brecha:

—¿Conoce a su vecino, el señor Bardesio?

-Sí, pero muy someramente. Cuando salen, lo hacen en el auto, y nunca concurren a las reuniones de vecinos para discutir los problemas de seguridad. ¿Por qué preguntan?

Se le informó del pasado de Bardesio referido a los derechos humanos.

—¡Mire usted! Aquí en la cuadra hay varios que seguramente tuvieron que ver con esas cuestiones. Es gente muy reaccionaria. Por lo que sé, Bardesio vivió muchos años en Estados Unidos.

La posibilidad de abordar a Bardesio en la calle se diluía a medida que transcurría la tarde. La puerta de su casa se abrió sólo para permitir la entrada de dos personas. El tedio sólo fue roto cuando un patrullero de la Policía Bonaerense se estacionó junto al auto de Brecha y pidió documentos.

—¿Qué hacen aquí? –preguntó un oficial.

—Somos periodistas. Queremos entrevistar a una persona que puede ser detenida y extraditada.

El oficial regresó al patrullero y se comunicó por radio. Después devolvió los documentos y dijo:

—Sigan nomás, muchachos.

Al cierre de esta edición, la captura preventiva de Bardesio aún no se había producido. Y tampoco se produjo una fuga precipitada del requerido.

La situación judicial de Bardesio puede resultar comprometida porque su responsabilidad en la estructura del Escuadrón de la Muerte está confirmada por dos testimonios independientes de otros tantos miembros de uno de los grupos parapoliciales que el ex agente coordinaba con los jerarcas del Ministerio del Interior. Ello sin contar con que, pasados 36 años, Bardesio puede estar dispuesto a rever el desmentido que evidentemente efectuó bajo presión política y confirmar el detallado testimonio que brindó a los tupamaros. La negativa a conceder una entrevista a periodistas no es necesariamente un indicio de que no quiere colaborar con la justicia. Porque lo más directo hubiera sido fugar. Y volver a un peregrinaje por tierras donde, lo más probable, no haya calles con referencias a Uruguay.

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Miembros del Escuadrón, según Bardesio*

Carlos Pirán, subsecretario de Interior.

Armando Acosta y Lara, subsecretario de Interior.

Subcomisario Raúl La Paz, nexo entre la dnii y la Embajada de Estados Unidos.

Inspector Víctor Castiglioni, director de la dnii.

Capitán de marina Ernesto Motto, de inteligencia de la Armada.

Alberto Sosa González, funcionario del Ministerio del Interior.

Hernán Silvera Techera, policía.

Óscar Rodao, policía.

Estanislao Lamenta, funcionario del Ministerio del Interior.

Comisario Hugo Campos Hermida, jefe del Departamento 5 de Investigaciones.

Comisario Macchi, jefe del Departamento 6.

Coronel aviador Walter Machado, enlace entre la Policía y las Fuerzas Armadas.

Oficial inspector Pedro Fleitas, dnii.

Santiago de Brum Carvajal, ministro del Interior.

Brigadier Danilo Sena, ministro del Interior.

Julio Vigorito, subsecretario de Interior.

Inspector Jorge Grau Saint Laurent, director de la Oficina de Estadística y Contralor de Información.

Ángel Crosas Cuevas, médico paraguayo.

Miguel Sofía, integrante de la jup.

Subcomisario Óscar Delega, funcionario del Departamento 5.

Walter Werner Machado, policía.

Capitán Mario Risso, jefe de inteligencia de la Armada.

Capitán Pedro Antonio Matto.

General Juan Pedro Ribas.

Nelson Benítez, policía.

Capitán de navío Jorge Nader.

Nelson Bardesio, funcionario de las Fuerzas Conjuntas.

* Existen, además, otros miembros cuya identidad Brecha está investigando.

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