Waterloo es parte de la historia de Europa. En junio de 1815 esta localidad del centro de Bélgica sirvió de escenario para la última gran batalla de Napoleón Bonaparte. Tras ser derrotado por las fuerzas aliadas de varias naciones, el emperador francés inició su exilio forzoso en la remota isla de Santa Elena. Dos siglos después, la ciudad belga vuelve a acoger un enfrentamiento. Esta vez sin armas, pero con jueces y policías de por medio. Allí está Carles Puigdemont, el ex presidente catalán, sobre quien siguen pesando duras acusaciones por haber impulsado el referéndum independentista el pasado 1 de octubre y, posteriormente, proclamado la República de Cataluña, aunque la proclama no tuvo efectos reales.
En Waterloo está, y en Waterloo seguirá. El político independentista ha alquilado u...
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