El domingo 14, en Roma, el papa Bergoglio celebró la controvertida canonización de Óscar Arnulfo Romero, el arzobispo de El Salvador asesinado el 30 de marzo de 1980 por un francotirador a las órdenes del mayor Roberto d’Aubuisson, fundador del poderoso partido de derecha Arena, mientras celebraba misa en la capilla del Hospital de la Divina Providencia, en la colonia Miramonte, de la capital salvadoreña.
Este hecho vuelve a traer a consideración diversos elementos que se mantienen latentes: la división, en los ámbitos eclesiásticos, en torno a la figura de Romero, controversia que se continúa hasta el presente; la importancia simbólica que ha tenido su figura en diversos ámbitos de militancia; y, finalmente, la impunidad de sus asesinos, en el marco de una búsqueda de verdad y justicia...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate