Pertenecía a “la generación de ruptura”, aquella que reaccionó contra el canon instituido por los tres grandes muralistas mexicanos (Orozco, Rivera, Siqueiros). Pero, más que de ruptura, la obra artística y social de Francisco Toledo oficia de puente entre tradiciones, vincula el arte moderno con las corrientes populares y los mitos ancestrales de México, dialoga con la muerte hasta transformarse en vehículo de un humanismo universal que no desdice la fuerza primaria del instinto. Finalmente, restituye en el seno de su propia comunidad el valor redentor de la fantasía y el arte.
La foto ha
circulado por todo el mundo y se ha hecho viral. Un viejo de piel renegrida,
alborotada melena y barba indómita corre alzando un papalote por una calle de
piedra. Los transeúntes lo miran con asombro...
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