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El abajo que se mueve

El año 2016 fue de mucha movilización social y cerró con conflictos sindicales de gran notoriedad. Dado que aún no existe una valoración global del Pit-Cnt, durante la segunda y tercera semana de enero entablamos diálogo con representantes de distintos sindicatos para que nos contaran su valoración de la sexta ronda de los consejos de salario.

El año 2016 fue de mucha movilización social y cerró con conflictos sindicales de gran notoriedad. Dado que aún no existe una valoración global del Pit-Cnt, durante la segunda y tercera semana de enero entablamos diálogo con representantes de distintos sindicatos para que nos contaran su valoración de la sexta ronda de los consejos de salarios. Éstos fueron Óscar Andrade, en representación del Sindicato Único de la Construcción y Afines (Sunca); Flor de Lis Feijoo, en nombre del Sindicato Único de la Aguja (Sua), y Favio Riverón, en representación de la Federación Uruguaya de Empleados de Comercio y Servicios (Fuecys).

La previa. Desde el año 2005 se venían implementando aumentos que implicaban un porcentaje por inflación y otro porcentaje de aumento de salario real. Los lineamientos de la quinta ronda, las presiones patronales,1 así como una controvertida intervención de Mario Bergara en la Cámara de diputados en 2014, evidenciaban que la flexibilización del salario estaba al caer.

Esta última ronda, que comenzó en 2015, tuvo varios elementos importantes de destacar. En primer lugar, se estableció que los distintos sectores de actividad debían autoidentificarse en una de tres categorías: “Dinámico”, “Medio”, o “En problemas”. Los aumentos salariales serían nominales, por lo que dejaría de haber una vinculación entre inflación y salarios, aplazando los correctivos a 24 meses (a la postre 18 meses). Por otro lado, se fijó en 12 por ciento el nivel de inflación para activar la cláusula de salvaguarda, lo que daba a entender que el Poder Ejecutivo contemplaba la posibilidad de que la inflación se moviera en niveles tendientes al 10 por ciento.

Crítica a los lineamientos. En términos generales, los sindicalistas concuerdan en que las pautas no sólo fueron las peores desde 2005 sino que también estuvieron acompañadas por una posición del Poder Ejecutivo mucho más rígida en la negociación.

Riverón afirma que “el problema de autoidentificarte en acuerdo con las patronales determinaba criterios para posicionarte sumamente rígidos: el 4 por ciento para ser sector dinámico, en un país que crece menos del 1 por ciento, te dejaba muy mal parado”. En algunos casos, como en la industria de la construcción, los lineamientos implicaban un desafío muy duro. Según Andrade, “varios de los factores que uno utiliza para mirar consejos de salarios estaban en contra. Un primer factor: la industria de la construcción iba a negociar con 20 mil trabajadores menos que los que tenía en 2013. Si bien en términos históricos no estábamos en crisis, hay 20 mil compañeros que no están, que están desocupados en los lugares donde van a hacer asambleas para organizar la lucha, y su plataforma reivindicativa es ‘quiero trabajar’; en general es una limitante muy fuerte. Segundo componente: el proceso de negociación salarial en la construcción, que tuvo como resultado que el crecimiento en términos de salario en la industria fuera de 40 o 45 por ciento de 2006 a 2016, se expresa en un salario base de ingreso a la construcción por encima de 30 mil pesos líquidos, lo que te generaba una dificultad para colocarte en la condición de la sensibilización por el salario de miseria. Un tercer componente eran estas pautas (que se habían presentado con mucha fuerza), en las que por primera vez no había habido contactos previos con el movimiento sindical para tratar de fijar parámetros por donde establecer la negociación. Y el otro componente es que la industria en términos de su producción, el producto bruto de la construcción, cayó, entonces la relación salario-producto aumentó”.

Feijoo criticó además que la autoidentificación tampoco permite calibrar las enormes divergencias de productividad que puede haber dentro de una rama, por lo que clasificar en torno al dinamismo del sector dista de ser ecuánime: “En ropa de tela, no es lo mismo para el sector exportador que para el que se mueve en el mercado interno, no es lo mismo la productividad que existe en ropa de cama o en arpillera que la actividad en ropa tela, ya que en esta última, la mano de obra es intensiva”.

Por otra parte, la rigidez del Poder Ejecutivo complejizó aun más la situación. De hecho, en la inmensa mayoría de los casos en que hubo discrepancia entre sindicatos y patronales, el Ministerio de Trabajo zanjó para los empresarios. Pero además la postura de convocar sólo con convenio vencido generó problemas adicionales. A modo de ejemplo, en el caso de Fuecys esto se tradujo en que, ante la demora del sector del supergás, se retrasó el resto de los subgrupos, y claro está que no es lo mismo negociar en octubre que en diciembre. Riverón afirma: “Hoy tenemos una situación que nos permite demostrar en los hechos que es mejor negociar antes. Por ejemplo, en el sector seguridad privada, cuyo convenio venció el 31 de diciembre de 2016, dado que hay diálogo con la patronal, empezamos a negociar antes, y ya tenemos preacuerdo, en menos de 25 días”. En otros casos la dureza fue tan grande que los representantes del gobierno no aceptaban el acuerdo entre el Sunca y las cámaras empresariales, aun cuando se garantizaba que no habría traslado a precios de los costos de la obra pública.

Reivindicación, negociación y lucha. El escenario inicial adverso marcó un desafío en las organizaciones, en cuanto a la creatividad de las plataformas reivindicativas, los métodos de agitación, organización y movilización. La perspectiva de Andrade sobre el Sunca puede ser representativa de los otros sectores: “Este fue el convenio colectivo con más lucha. Con el resultado salarial más tímido, porque en realidad llegamos a tener convenios de 20 por ciento de aumento de salario, pero con más lucha”. El aumento en el nivel de movilización en esta ronda también estuvo marcado por el destaque del Sindicato de la Aguja, con el recordado acto del Pit-Cnt en el que trabajadoras con sombreros chinos cosieron durante el tiempo de la oratoria, en protesta por que los uniformes del Ministerio del Interior fueran importados.

Para esta sexta ronda Fuecys venía con una plataforma bien cargada. “El eje central estaba planteado en un salario mínimo de alrededor de los 20 mil pesos, y en la formación (…). Las licencias especiales son otro eje fundamental –observa Riverón–. Días para acompañar a los hijos al médico, en situación de quebranto de salud prolongado, etcétera. Esto es muy sentido en nuestro sector porque tenemos mucho hogar monoparental (madres solas con hijos). Cuando estas compañeras tienen que dedicar tiempo para cuidar a sus hijos no sólo pierden los jornales correspondientes, sino que su carrera laboral (e incluso su continuidad en el trabajo) se ve cuestionada.” Por otro lado, el sindicalista destacó la lucha de los trabajadores de tiendas y supermercados, donde además de la notoriedad y la fortaleza de la medida se implementaron aspectos organizativos importantes: “El día que logramos trancar Forever 21 con compañeras de 18 a 21 años, haciendo sus primeras experiencias sindicales, y ver cómo se logró avanzar en conciencia, en asumir los derechos que tenemos, y además ser acompañados por la gente, fue un gran avance”. En el sector del supergás se logró unificar a los dos sindicatos antes de entrar en la ronda, tornando más eficaz la acción sindical destinada a priorizar los salarios más sumergidos. En el resto de los subgrupos de Fuecys hubo mayores dificultades para lograr esos niveles de movilización. Sin embargo, “con los tercerizados logramos una movilización de 500 personas desde la Plaza Cagancha hasta el Ministerio de Trabajo, no tuvo un impacto mediático importante, pero desde el punto de vista sindical es un avance muy pesado”.

Según Feijoo, la plataforma del Sua “no sólo centró la discusión en mejorar los porcentajes de aumento sino en mejorar sustantivamente cláusulas relevantes desde el punto de vista de género, salud laboral, categorizaciones que aún faltaban y asegurar la concreción próxima de un fondo social, que hará un antes y un después. La reducción horaria fue también un punto importante; se logró colocar el tema para continuar la discusión, pero sin desmedro de ello se colocaron dos horas menos de trabajo al mes, sin reducción salarial”.

Desde la perspectiva del Sunca, en términos salariales “la conquista del empate era un avance”. Las reivindicaciones para negociar tuvieron como lineamiento estratégico el vínculo entre salario y trabajo, sin retroceder en aquellos derechos que se habían conquistado en negociaciones anteriores. Una de las estrategias utilizadas fue apoyarse en medidas políticas de largo plazo, como la discusión sobre el trabajo migrante, el debate sobre la ley de inserción laboral de personas con discapacidad, o el debate sobre la reforma de la seguridad social.

 

Resultados y balances. Desde la mirada económica más “reduccionista” podríamos decir que los balances están signados por las escasas perspectivas que habilitaban los lineamientos. De todas formas, en algunos subgrupos se lograron mejoras salariales. Desde el Sindicato de la Aguja se destacó que lograron mejorar la pauta para un sector “en problemas”, que es donde se ubicó este rubro, gracias a que se movilizaron contra las pautas desde el vamos. En Fuecys, la conquista del salario mínimo de 20 mil pesos, si bien no se logró para el momento planteado, sí se termina visualizando a lo largo del convenio, cosa que es evaluada como positiva por Riverón. Mientras que para Andrade el no haber retrocedido, dadas las condiciones actuales de la industria de la construcción, es un resultado positivo.

Más allá de lo estrictamente salarial, lograron avances para nada despreciables. En el Sua se lograron avances importantes en los aspectos parasalariales ya mencionados. En la industria de la construcción se consolidó la instalación de comisiones de trabajo para rediscutir la insalubridad laboral y la seguridad social, un sistema de formación profesional que implica acumular una hora de trabajo semanal paga para la formación, una discusión sobre el trabajo migrante para evitar que se mire al trabajador extranjero como a un enemigo potencial. En algunos de los subgrupos de Fuecys también hubo avances relevantes. En seguridad privada se consolidó la política de formación y está por promulgarse una ley que eleva los requisitos para el ingreso al sector. En el rubro del supergás se logró, además del convenio, demostrar la necesidad de regular el sector, que opera en forma caótica, tercerización tras tercerización, en “una cadena que no se sabe dónde empieza ni dónde termina”.

Además, desde el punto de vista organizativo la síntesis de la ronda para los entrevistados es positiva. En Fuecys, tal vez el sindicato que alcanzó mayor notoriedad pública de esta última etapa, la valoración de Riverón es contundente: “Crecimos sustancialmente. Salimos de la ronda con aumento en las afiliaciones. Con sindicatos que se conformaron en el proceso de negociación, lo que da la pauta de que se logró hacer ver que la conformación del sindicato es fundamental para crecer en derechos. Logramos una visualización pública inédita para nuestro sindicato”. Desde el Sunca se destaca que fue el convenio con menor número de ocupados pero con más movilización, además “se pudo convocar al ocupado, al desocupado y a la familia de la construcción” intentando mostrar que la “agenda del ajuste” no tiene que marcar la agenda popular. Por último, Feijoo comparte la valoración positiva pero reconoce también límites: “Queda al descubierto la necesidad de que existan cambios fundamentales, que pasan en primer lugar por generar elementos que transformen la matriz productiva, y no se ha tenido la voluntad política acorde”.

En cuanto al análisis del Pit-Cnt como un todo, los entrevistados concuerdan en el papel clave que tiene el movimiento sindical no sólo para asegurar las mejoras en las condiciones de trabajo a través de la negociación colectiva, sino como fuerza impulsora de grandes transformaciones sociales. Desde el punto de vista de Riverón, el accionar del conjunto del movimiento sindical en esta ronda fue el correcto, dadas todas las contras iniciales: “La central reaccionó (…) en el sentido de hacer la mayor cantidad de movidas posibles para modificar las pautas. Fue un año extremadamente movilizado para el Pit-Cnt: paros parciales, paros de 24 horas, reuniones y tensiones fuertes con el propio presidente de la República. Si bien no se modificó todo lo que se quería, se lograron algunos avances positivos en todo ese ida y vuelta”. Este año, además de mostrar las fortalezas del movimiento sindical, también evidenció algunas debilidades, sobre todo en la correlación de fuerzas para generar modificaciones en las posturas del Poder Ejecutivo. “Como aspecto crítico, no tuvimos la correlación de fuerzas necesaria para poder lograr las modificaciones que pretendíamos –dice Riverón–. Creemos que la rigidez provino principalmente del Ministerio de Economía, y no tuvimos la capacidad para lograr torcerlo de forma definitiva. Una cuestión de fondo, que no se está visualizando en el Poder Ejecutivo, es la posibilidad de atacar por el lado de las ganancias de las empresas para pensar el ajuste.”

Según Andrade, sin embargo, es necesario salirse del plenario sindical para mirar algunas cosas, como la batalla por el salario mínimo. Esto debilita la solidaridad real entre gremios, sobre todo a los sindicatos más débiles, y determina que no exista una eficiente reasignación de fuerza militante entre la central para poder ampliar los niveles organizativos y de acumulación. La consecuencia de esto se vio en los resultados de la negociación: “Los sectores que no tuvieron capacidad de respuesta la quedaron”.

A modo de resumen, vale decir que la “dura materialidad” en un contexto de desaceleración tornó engorroso el camino del medio. La agenda del ajuste, con sus matices y grises, pasó a dominar la cancha, y las encrucijadas obligan a la toma de partido. Un contexto regional cada vez más duro, con países vecinos que ajustan a la baja en derechos sociales básicos, no facilita en absoluto la tarea. A esto se suman tanto los lineamientos del Ejecutivo como un recrudecimiento patronal, lo que da la pauta del advenimiento de tiempos cada vez más revueltos para nuestro país. El hecho de que no se logre disciplinar al movimiento sindical es un activo que no deberíamos perder de vista para impulsar futuras transformaciones.

  1. http://www.ciu.com.uy/downloads/2013/Documento_competitividad.pdf

 

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Sindicatos y medios de comunicación

Favio Riverón (Fuecys) relata que para el sector de comercio y servicios es particularmente difícil lograr hacer visibles sus demandas. En primer lugar, porque buena parte de las empresas para las que trabajan pagan publicidad a medios de prensa. Y en segundo lugar, porque hay vínculos con la prensa a través de diversos grupos económicos. Para ilustrar los hechos se sirvió de la siguiente anécdota personal: “Hace ya bastante tiempo, estábamos movilizados en Punta Carretas e íbamos a dar una entrevista a Canal 12. En ese contexto, el periodista nos pide si la nota la podían hacer con alguien de ‘tiendas’. Después me sacó para un costado y me dijo: ‘Si la nota la hago contigo, no va a salir. Vos trabajás en Devoto, y si te entrevistamos a vos, la entrevista no sale’. El problema es claro: el presidente de Casino, Devoto y Géant, Luis Eduardo Cardoso, es uno de los principales accionistas de Canal 12”.

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