Sea se abre con un diálogo artificioso, aunque no absurdo, que ilustra una idea mediante preguntas funcionales a sus respuestas: el deseo de dislocar el idioma escribiendo. En la obra, primera de ficción de Carolina Silveira (1979), el efecto buscado se plasma a través de la mirada del narrador, casi siempre bajo la forma de un “yo” femenino protagónico que, con una perspectiva digna de observador externo, atraviesa los cuerpos (incluso el propio), considerándolos y analizándolos como significantes y signos, a la vez (“La idea ya es cuerpo”, afirma en “Salir”).
Es inevitable no vincular este punto de vista, también relacionado con la importancia de la dimensión espacial, a la condición de coreógrafa y bailarina de la autora uruguaya, asimismo docente e investigadora de los cruces entre ...
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