Un temporal, una ola de calor. Realmente, vivimos en una época de extremos. Algo así dijo Sontag en 1965 al criticar la «respuesta inadecuada» del cine de ciencia ficción apocalíptica ante la amenaza existencial que surgió tras las bombas atómicas. Y eso que un conflicto mundial definitivo o una invasión de álienes son catástrofes mucho más tangibles que el apocalipsis al que asistimos todos de un tiempo a esta parte. Por eso, nuestra respuesta es aún más inadecuada. Nuestro apocalipsis es como la Hidra de Lerna: por momentos parece obvio y por otros se vuelve tan difícil de explicar que nos sentimos como Elba, la anciana cuyas advertencias, cual Casandra en Troya, no son escuchadas en Acostarse a la orilla de una tajadura, de Alejandra Gregorio (1993), ganadora del premio Onetti 2021 en ...
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