De crisis en crisis o la gran fortaleza del capital - Brecha digital

De crisis en crisis o la gran fortaleza del capital

“No se ve una salida virtuosa de la crisis que pueda revigorizar al capitalismo, por la fortaleza y la resistencia que ha demostrado el capital”, aseguró el economista Sergio Cámara Izquierdo a Brecha. Pero también advierte que esa misma fortaleza es la que torna “más dificultosa” la salida y la que provoca que “haya sido tan costosa y haya recaído en los trabajadores a nivel mundial”.

—¿Cómo caracterizaría la crisis capitalista actual?, ¿se trata una crisis de nuevo tipo o más bien una fase de la crisis iniciada en 1973?

—En el capitalismo existe una continuidad de los procesos económicos, pero se debe caracterizar no como una continuidad de la crisis de los setenta, sino como una nueva crisis estructural. La crisis de los setenta era una crisis estructural de rentabilidad asociada a la caída tendencial de la tasa de ganancia, que provocó un proceso de reestructuración de las condiciones generales de valorización del capital. Este proceso de reestructuración, que se conoce como neoliberalismo, puso en marcha los mecanismos necesarios para revertir la caída y recuperar la tasa general de ganancia. El neoliberalismo se caracteriza por un fuerte ataque a la clase trabajadora y el deterioro de las condiciones de reproducción de la fuerza de trabajo, por una globalización específica dada por la mayor movilidad de capitales de todo tipo –productivos, mercancías y dinero– a nivel internacional, y por lo que se ha llamado financiarización o hegemonía financiera. Evidentemente, todos estos rasgos que han caracterizado a la economía en las últimas décadas son consecuencia de la crisis estructural de la década de 1970, pero la nueva crisis estructural que estalla en 2008 en Estados Unidos (algunos incluso piensan que el punto de inflexión fue la anterior crisis cíclica en Estados Unidos, en 2000-2001) es una crisis estructural nueva, distinta a la anterior. De hecho, es una crisis que podemos considerar de la reestructuración neoliberal, o la crisis del neoliberalismo.

—¿Qué particularidades ve en esta crisis?, ¿por qué afectó inicialmente a las economías centrales: Europa, Estados Unidos y Japón?

—A diferencia de la crisis de los setenta, esta es una crisis estructural que no está asociada directamente a la caída tendencial de la tasa de ganancia. Es una crisis estructural financiera. Sigue al período neoliberal, que es un período de hegemonía financiera (de las formas no productivas de valorización del capital), y en este sentido se parece más al crac de 1929 y la crisis de los años treinta. Sería una crisis del mismo tipo. Se asocia a la sobreacumulación de capital bajo las formas no productivas. En realidad, la lógica que está detrás de la crisis estructural es la misma, es la lógica de la acumulación de capital, pero en este caso está asociada a las formas financieras y no a las formas productivas.

Ahora bien, aunque es una crisis similar a la de los años treinta, existen evidentemente importantes diferencias. Una de las más importantes tiene que ver con el uso de la política macroeconómica para la estabilización de los niveles de actividad. En los años treinta, cuando estalla la crisis estructural financiera, no existen estos mecanismos de política macroeconómica. Precisamente, es esa crisis la que obliga a generar los mecanismos de estabilización. En esta crisis se han aplicado y se ha moderado mucho el impacto de la crisis sobre la economía, y por eso no se han visto desplomes de la actividad económica de la misma magnitud.

Con respecto a la segunda parte de la pregunta, esta crisis tiene su origen en las economías centrales y, es más, yo diría que en la economía central hegemónica, en Estados Unidos, y tiene como detonante cíclico el estallido de la burbuja hipotecaria, un sector muy específico. No obstante, la formación de la burbuja hipotecaria se debe relacionar con las características estructurales del neoliberalismo en la economía mundial y de Estados Unidos. Esta crisis, a diferencia de otras crisis financieras que habían tenido lugar en la periferia a lo largo del neoliberalismo (iniciando en México con el “Efecto Tequila” y luego trasladada a Asia, Rusia y otros países de América Latina), se convirtió en una crisis global dados los fuertes vínculos que tienen todos los países del mundo con Estados Unidos y, específicamente, con el sector financiero de ese país. El conjunto de la economía mundial se vio salpicado por los activos financieros tóxicos que perdieron su valor, o tuvieron fuertes presiones para su desvalorización, con el estallido de la burbuja hipotecaria. Igualmente, la escala de la sobreacumulación de capital es mucho mayor en esta crisis que en las crisis financieras precedentes.

—¿Cuáles han sido los principales impactos de la crisis actual en las economías latinoamericanas, pensando en particular en la actual fase de enlentecimiento económico y de recesión?

—El estallido de la crisis en 2008 tuvo un impacto suave o relativamente suave en los países de América Latina, y recién en los últimos años ha habido un impacto mucho mayor. Gran parte de las economías latinoamericanas vivieron en la década de 2000 un auge muy importante, que se debe a dos grandes factores: una coyuntura económica internacional favorable basada en los altos precios de las materias primas y otras mercancías de exportación de los países de América Latina, así como en las condiciones de financiamiento externo, lo cual crea condiciones favorables para sus economías; la otra razón fue la emergencia de una serie de gobiernos de izquierda con diferentes posturas, que llevaron importantes procesos de redistribución del ingreso, de disminución de la pobreza y de incremento de los salarios reales. Estas medidas ayudaron a incentivar los procesos de crecimiento económico. Y precisamente, creo que es el agotamiento de estos dos grandes factores lo que detona la tardía crisis en América Latina. Por un lado, los precios de las materias primas reanudan su crecimiento poco después de la crisis de 2008 y sólo colapsan bastante después, en 2014, lo que está más relacionado con la desaceleración reciente de la economía de China. En segundo lugar, los procesos de redistribución del ingreso encuentran límites; en algunos casos debido a procesos inflacionarios, dada la rigidez de la oferta agregada, y en otros casos debido a otro tipo de contradicciones económicas y políticas. En su conjunto, estos dos factores hacen que la crisis estalle en América Latina y que, actualmente, buena parte de las economías del continente se encuentren en recesión y con la necesidad consecuente –que siempre tienen las economías dependientes– de realizar un ajuste fuerte para poder salir de la crisis.

—Ya pasados ocho años desde el estallido de la crisis, y sin señales claras de recuperación, ¿podemos esperar una salida virtuosa que revigorice al capitalismo, o más bien entramos en una etapa de crisis permanente?

—A pesar de que en el marxismo existe una tendencia a hablar de crisis permanente, estancamiento continuo, etcétera, son conceptos que no me agradan mucho. En mi opinión, el capitalismo es un modo de producción inherentemente contradictorio, que tiene una tendencia permanente hacia la crisis, pero la reproducción capitalista requiere la superación de las distintas crisis para la continuidad del proceso económico de acumulación de capital. En todo caso, creo que en la actualidad estamos todavía inmersos en la crisis estructural que empieza en 2008 en Estados Unidos y que se traslada a la economía mundial. Todavía no ha habido una recuperación de la crisis, y no se ve una salida virtuosa que pueda revigorizar el capitalismo. Y no se ve, precisamente, por la fortaleza y la resistencia que ha demostrado el capital en su conjunto durante esta crisis. Toda crisis estructural detona grandes presiones hacia la desvalorización del capital, y lo que han demostrado las políticas implementadas para la salida de la crisis es que el capital tiene una gran fortaleza para resistir esa desvalorización y para trasladar a los trabajadores los costos de la crisis. No obstante, esta fortaleza del capital lo que hace a su vez es limitar o debilitar las posibilidades de salida de la crisis. Creo que todavía hay una gran sobreacumulación de capital, sobre todo en las formas financieras, en el mercado mundial, que está sostenido gracias a las políticas monetarias expansivas que se siguen manteniendo en Estados Unidos, en Europa, en Japón y por parte de casi todos los países centrales. Mientras se siga manteniendo esa burbuja de valor financiero acumulado es difícil que haya una salida a la crisis. Pero insisto, es precisamente la fortaleza del capital lo que hace que sea más dificultosa esa salida de la crisis, y lo que provoca que esta salida haya sido tan costosa y haya recaído sobre los trabajadores a nivel mundial.

—En general las crisis también afectan a las doctrinas económicas dominantes, en ese sentido ¿estamos ante una crisis de la teoría neoclásica como doctrina mainstream, en la actualidad?

—Sí, todas las grandes crisis siempre generan una crisis de legitimidad dentro de la teoría económica dominante, que es la teoría neoclásica. Esta teoría salió muy mal parada también en la crisis actual; no tuvo capacidad de predecirla, no tiene capacidad de explicarla y se abrieron nuevos espacios para las teorías económicas alternativas. Se habló de un retorno del keynesianismo por la intervención estatal, aunque en línea con lo que contesté anteriormente, la intervención estatal no estuvo dirigida a sostener el nivel de actividad y el empleo, sino que estuvo dirigida fundamentalmente a rescatar el valor acumulado del capital en sus formas financieras. Se habló también de un retorno a las ideas más radicales dentro de la teoría económica, incluido el marxismo; se agotaron las ediciones de El capital, etcétera. Esto es algo que siempre ocurre en todas las grandes crisis económicas, siempre hay una crisis de legitimidad, pero, en el momento en que hay una recuperación económica, la teoría neoclásica vuelve a ser la hegemónica y dominante. Seguramente en unos pocos años más volveremos a escuchar lo que escuchamos durante años: que ya se han acabado las grandes crisis económicas, que ya tenemos los instrumentos para manejar la economía, etcétera, y seguramente en la medida en que el capitalismo se mantenga como modo de producción dominante, se va a mantener la teoría neoclásica como la teoría económica dominante.

—Vinculado a lo anterior, ¿qué potencia le ve al marxismo como método para comprender al capitalismo, y cómo ve el estado de situación actual del marxismo en las ciencias sociales en general y en la economía en particular?

—Tengo la certeza de que la teoría económica marxista es muy superior a la teoría económica neoclásica en sus distintas vertientes, más neoliberales o más keynesianas, para explicar los fenómenos que tienen lugar en el capitalismo. La teoría económica marxista tiene una concepción del proceso económico mucho más adecuada que la teoría neoclásica, y por lo tanto, aunque en su construcción intervenga un número de economistas y mentes pensantes menor, aunque el aparato matemático a veces no sea necesariamente tan sofisticado, tan elegante (a veces sí lo es), creo que tiene una capacidad explicativa mucho mayor. La crisis lo que hace es que muchos teóricos y científicos se aproximen a explicaciones alternativas, a las que de otra manera no se hubieran acercado, y se produce un fortalecimiento del pensamiento marxista en la academia y en otros espacios, tanto a nivel económico como en general en las ciencias sociales. Es importante que este fortalecimiento de la teoría económica marxista sea consolidado en los diferentes espacios, incluidos la academia y la universidad, mediante la formación de investigadores fuertes en teoría marxista. ¿Por qué? Porque como dije anteriormente, este es un fenómeno transitorio, y en el momento en que el capitalismo salga de su crisis –no sabemos cuándo ni cómo, pero en algún momento lo hará por la gran capacidad de regeneración que tiene–, los espacios que ahora se abren se cerrarán, y se volverá a la situación normal. Por lo tanto, es importante que se utilice este fortalecimiento que están teniendo las formas alternativas de explicación, en este caso de la economía, para consolidar espacios en la academia y la universidad, que siempre van a ser espacios heterodoxos, probablemente minoritarios, pero que es importante que existan y se consoliden.

  1. Doctor en economía y profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco (México).

 

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