Hasta que estas páginas salieron rumbo a la imprenta, Jihad Diyab proseguía con su negativa a tomar agua. El mediodía del miércoles había entrado en coma cuando, siguiendo las prácticas musulmanas, se inclinaba orando en dirección a la Meca. En coma permaneció hasta la noche, cuando despertó y decidió que le fuera retirado el suero que los médicos habían colocado para hidratarlo. La asistencia y monitoreo que la Comisión de Derechos Humanos del Sindicato Médico del Uruguay (Smu) había iniciado ese día, cesó ante la decisión del sirio (véase recuadro).
Ese mismo miércoles, Christian Mirza, el nexo designado por la cancillería para interactuar con “los guantanameros”, había llevado a la casa una silla de ruedas, porque los vahídos y caídas ya hacía días que venían sucediendo. Y ese día, t...
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