Su pesadilla es tener como cárcel una lengua que se hable en un solo país. Su sueño, ser un as del béisbol. Entre ambas irrealidades transcurre la vida real de Sergio Ramírez, flamante premio Cervantes.
Las tiras cómicas, como las llama –nombre adecuado en boca de un caballero cervantino– es lo primero que lee cuando abre un periódico. Es que para él siempre han sido lo que las novelas de caballería fueron para don Quijote. No es que ahora que ha ganado el premio Cervantes de literatura Sergio Ramírez lo lleve todo a metáforas manchegas. “Somos hijos de la exageración que no podemos expresar sino en palabras”, afirmó una vez. Quizás por eso los héroes, colmo de lo exagerado, han sido parte de la ensoñación de su vida.
De niño coleccionaba los cromos de jugadores de béisbol y aún sigu...
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