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A un año del Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos.

Hace un año, en Oaxaca, la histórica capital que en 2006 fue comparada con la Comuna de París por la resistencia que opusieron sus pobladores a la práctica del terrorismo de Estado aplicado por los gobiernos mexicanos local y federal, surgía el Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos (Odhp).1

Pocos días después, en el marco de una política represiva que con eje en la militarización de la sociedad y la criminalización de la protesta lleva ya diez años, Carlos Fazio, corresponsal de Brecha en México, describía entonces que “por alguna razón inconfesable, temprano en la mañana del domingo 19 de junio, a plena luz del día, la comunidad de Nochixtlán en la mixteca oaxaqueña fue elegida como blanco de una operación de guerra no convencional, irregular o asimétrica por mandos de los aparatos de seguridad del Estado mexicano, con el saldo conocido de 11 civiles ejecutados de manera arbitraria o sumaria y medio centenar de heridos”.2

Y fue precisamente en Nochixtlán, a partir de ese 19 de junio de 2016, donde comenzó el proceso de monitoreo de los derechos humanos por el Odhp. Frente al agudo desafío de una violencia estatal que ha convertido a México en un país salpicado de fosas comunes, había que poner en marcha algo que dependía de cada compromiso logrado en el encuentro de lanzamiento del observatorio, coordinando y articulando esa iniciativa de las organizaciones populares para vigilar, documentar, analizar, difundir, exigir y promover el ejercicio de los derechos humanos de los pueblos, pero también la democracia participativa y la aplicación de la justicia en los ámbitos local, nacional e internacional, en una perspectiva activa de construcción y profundización de la resistencia y la rebelión, y de la conformación progresiva y el fortalecimiento del poder popular.

Por su ubicación geográfica, Oaxaca es hoy un territorio estratégico para los proyectos de muerte que el gobierno de Enrique Peña Nieto pretende instalar con base en los acuerdos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan) con Estados Unidos y Canadá (próximos a renegociarse con la administración de Donald Trump), la Iniciativa Mesoamericana y el Plan Mérida, que benefician a grandes corporaciones capitalistas y que, con el apoyo del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, están diseñados para saquear las riquezas naturales.3

Al explicar “la geografía del disciplinamiento global”, Ceceña4 señala que en 2000 se lanzaron dos proyectos de reorganización territorial que buscaban una apertura casi total hacia el mercado mundial y una racionalización-ampliación de la producción energética para sustentar el ritmo de crecimiento del continente: el Plan Puebla-Panamá (Ppp), ahora Proyecto Mesoamericano, y la Iniciativa de Integración de la Infraestructura Regional de Sudamérica (Iirsa), ahora Cosiplan-Iirsa.

Se trata de los más ambiciosos proyectos de infraestructura de que América tenga memoria, concebidos como soporte de una creciente exportación de commodities, en gran medida producidos por las grandes trasnacionales de la minería, la madera-celulosa y los energéticos, en simultaneidad con la extensión de las plantaciones de soja, palma y caña de azúcar, entre otras, ya sea para alimentar al ganado, para la generación de biocombustibles o para usos industriales.

Se induce con estos megaproyectos una nueva geografía, marcada por canales de comunicación y generación de energía, que irán seguidos de empresas principalmente extractivas e hidrocarburíferas, que dibujan un nuevo mapa político interno, con nuevas fronteras y nuevas normatividades.

Es necesario, por tanto, tener muy presente el hecho de que estos pueblos oaxaqueños están en una zona de gran importancia geopolítica, donde se desarrollarán esos planes y cuya consecuencia será la expulsión de los pueblos de sus propios territorios ancestrales.

HACIENDO CAMINO. La experiencia de vigilar e informar sobre la violencia oficial en Nochixtlán reforzó la necesidad de generar instancias de formación colectiva para quienes en cada oportunidad actuarán de monitores del Odhp, así como seminarios en temas de derechos humanos. La formación se acompaña con acciones, y se parte de la base de que es necesario buscar nuevas herramientas políticas y organizativas a nivel de nuestra América y el mundo, dado que desde México hasta la Patagonia la realidad es la misma. Por ello es necesario continuar creando mecanismos populares que aporten a la construcción de la unidad latinoamericana, para que ese otro mundo imprescindible, donde quepan todos, se haga realidad.

En este primer año de actividades el observatorio ha venido actuando en el contexto de diversas situaciones de persecución y represión de quienes defienden la educación pública y gratuita. También se llevó adelante una caravana motorizada contra el paramilitarismo y por el derecho y la defensa del territorio y los derechos humanos de los pueblos. A estas acciones se suman campañas de apoyo al pueblo venezolano en muy críticos momentos en los que su soberanía está siendo avasallada.

Tras varias instancias de trabajo colectivo y a un año de su formación, el observatorio logró concretar una Asamblea Internacional de Coordinación. Reunidos en la Universidad Autónoma Benito Juárez, de Oaxaca,5 los días 13 y 14 de junio pasado, los participantes declaramos continuar con la movilización internacional para denunciar la agresión imperialista así como la forma como Estados Unidos y sus aliados, en particular Israel en los territorios árabes ocupados, continúan con una política intervencionista en todo el mundo, pero especialmente en Latinoamérica  y Oriente Medio, concretando una de las fases más violentas cuando la administración Trump se separa de acuerdos internacionales en materia ambiental y moviliza tropas al Mar Caribe para asediar a Venezuela.

Del mismo modo, el observatorio se comprometió a continuar promocionando los derechos humanos en el orbe, hasta lograr la visibilización de estos magnos acuerdos de convivencia solidaria y respeto por la vida en el planeta. En relación con el sur de nuestro continente, nos comprometimos también a acompañar las exigencias por el cese de la impunidad de los civiles y militares que cometieron delitos de lesa humanidad a través de la aplicación del terrorismo de Estado bajo el denominado Plan Cóndor. En tanto no exista la búsqueda de la verdad y luego se aplique la justicia, los delitos permanecen y se alejan las posibilidades de vivir en una sociedad con justicia social, ya que los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales siguen también siendo violados. Todo esto incluye la defensa de la enseñanza pública y la libertad de cátedra.

En ese marco, el Odhp apoya la lucha de los pueblos mapuche y qom en resistencia al despojo de sus tierras y exige el cese de su persecución y criminalización. Exigimos, asimismo, la aplicación efectiva de la reforma constitucional relativa al agua como un derecho humano, como lo consagró el pueblo uruguayo en 2004.

ACTIVIDADES EN TERRITORIOS. Entre otras acciones concretas, el observatorio está exigiendo el real cumplimiento de los Acuerdos de Paz en Colombia, la libertad de los presos políticos y el cese de los asesinatos de luchadores sociales. Para ello, una delegación viajó especialmente a territorio colombiano y el 10 de julio se movilizaron delegaciones de otras partes del mundo con la misma exigencia. Varias acciones se proyectaron en torno a la solidaridad con el pueblo palestino, condenando las políticas de colonización, ocupación y apartheid desarrolladas por Israel.

En octubre próximo se realizará una caravana internacional “Por la unidad de los pueblos contra los muros de la infamia, contra el paramilitarismo, por la defensa del territorio, la soberanía y los derechos humanos”, que saldrá de Oaxaca y arribará a Nogales, Sonora, a mediados de noviembre, culminando con un Encuentro en la Frontera (méxico-estadounidense), los días 10, 11 y 12 de noviembre.

Oaxaca resulta atrapante, la recorremos disfrutando de su hermosa geografía de sierras, aprendiendo de su riqueza arqueológica, de su historia, oyendo sus lenguas originarias y escuchando los relatos de cómo las comunidades locales se organizaron para enfrentar proyectos que se le querían imponer a la población, cómo fue posible frenarlos, dónde ocurrió cada multitudinaria asamblea, cada toma de territorios, y así hacer prevalecer los derechos integrales de una población que no quiere ser despojada de sus lares ancestrales ni ver avasallada su propia identidad.

*        Ingeniera agrónoma y docente. Co-fundadora del Odhp y miembro de su consejo consultivo.

  1. Véase Brecha, 23-VI-16.
  2. Carlos Fazio, La Jornada, 4-VII-16.
  3. “Comunicado urgente ante la presencia de las fuerzas federales represivas en Oaxaca”, comunicación personal del Consejo de Defensa de los Derechos del Pueblo-Movimiento Nacional del Poder Popular.
  4. Ana Esther Ceceña, en “La dominación de espectro completo sobre América” (http://www.geopolitica.ws/article/la-dominacion-de-espectro-completo-sobre-america/).
  5. De la “Declaración política” del Odhp, tras la primera Asamblea Internacional de Coordinación.

 

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