Lo de los best sellers es así o asá: mientras muchos los leen porque todos los leen, otros no los leen por la exacta misma razón. Sin embargo, el “bestsellerazgo” de Ferrante es el más extraño desde que un medievalista experto en semiótica cautivó a millones de lectores con un policial protagonizado por un ciego que escondía mal a Borges y bien al segundo tomo de la “Poética” de Aristóteles, dedicado a la comedia. Será una virtud de los italianos.
Cuando terminé de leer y empecé a recomendar la lectura de la tetralogía napolitana de Elena Ferrante, el símil más adecuado que encontré para explicar a qué se parecían estas novelas fue con las películas de Vittorio de Sica. Más difícil de explicar era esa súbita disposición del público lector a devorar una saga barrial de casi dos mil págin...
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