El doble discurso del gobierno, que admite afuera lo que no reconoce adentro, no resiste la crítica que apunta a una política neoliberal de choque, que ni siquiera el FMI respalda.
Finalmente nos despabilamos: la ministra de Economía, Azucena Arbeleche, no es tímida ni corta de labia. Es prudente: no quiere traicionarse; prefiere callar, ser avara en la comunicación, a que su pensamiento, su discurso y, en fin, su ideología aparezcan expuestos de forma descarnada. Azucena no es una flor, sino un rosal de espinas: agresiva, irónica, despectiva e intolerante, desplegó ante los senadores de la Comisión de Presupuesto la intención económica del gobierno al presentar el único artículo de la rendición de cuentas, correspondiente a 2019.
Sobre lo pasado, mojado. La ministra aprovechó la oc...
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