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Al borde del abismo

Este domingo la Cámara de Diputados de Brasil votará a favor o en contra de la destitución de la presidenta Dilma Rousseff. Hasta el último día la balanza indica un margen ajustado para cualquiera de los dos lados. Pero el líder de la Cámara, Eduardo Cunha, y el vicepresidente, Michel Temer, hicieron públicas sus cartas para ganar a cualquier precio.

Dilma Rousseff / Foto: AFP, Evaristo Sa

La semana comenzó mal para la presidenta. En la mañana del lunes el Partido Socialista Brasileño (Psb), habitual socio del Partido de los Trabajadores (PT) en el nordeste, anunció que apoyaba su destitución.

Al final del día los 65 diputados de la comisión especial de la Cámara votaron el parecer del relator Jovair Arantes (Ptb-GO) por la admisibilidad del proceso de impeachment. En su discurso, Arantes añadió argumentos contra Rousseff que el propio Eduardo Cunha había rechazado cuando dio entrada al proceso en la Cámara. El diputado aseguró que Rousseff debía ser juzgada por la aprobación de los decretos presupuestarios del año 2014, a pesar de que Cunha advirtió que “sólo se la juzgaría por delitos cometidos en su actual mandato”. También amenazó a la presidenta con usar las acusaciones del senador Delcídio Amaral que la vinculaban al escándalo de Petrobras: “En la Cámara no podremos usar esas pruebas, pero cuando el proceso llegue al Senado sí las utilizarán”, dijo, olvidando que más de la mitad de los diputados presentes en la votación habían recibido dinero de las empresas relacionadas con tal escándalo.

El resultado de esta primera votación se dio a conocer entre aplausos y vítores del grupo pro impeachment: 38 votos a favor y 27 en contra. Ataviados con banderas de Brasil, los ganadores cantaron el himno nacional y sujetaban sus celulares para hacerse selfies y grabar videos.

Esta decisión, a pesar de no ser definitiva, sirvió para tener una idea sobre posibles traiciones de última hora. Fue el caso de los votos a favor del juicio de algunos diputados del Partido Progresista (PP) que hasta ese momento pertenecían a la base aliada del PT. También hubo sorpresas positivas para el gobierno, como el voto en contra del diputado Aliel Machado, de Rede Sustentabilidad (partido dirigido por la ex candidata Marina Silva), que se rebeló contra la dirección de su partido: “Quien todavía está indeciso sabe que no hubo crimen de responsabilidad por parte de la presidenta, pero está sufriendo fuertes presiones. Yo voté con mi conciencia”, dijo. Los efectos de la votación se comenzaron a ver el lunes, cuando el PP anunció que dejaba de ser un aliado del gobierno y puso a disposición de Rousseff sus cargos en el Ejecutivo. El presidente del PP, Ciro Nogueira, reconoció en rueda de prensa que no defendía la postura de su partido pero explicó que después de mucha discusión terminó aceptando la decisión de la mayoría a favor del impeachment.

GUERRA DE NÚMEROS. Desde que comenzó la semana los principales medios publicaban en sus portadas online el número de diputados que votarían a favor y en contra pasado mañana domingo. Para concretar el impeachment se necesitaría el voto a favor de 342 de los 513 diputados. Si no se llegara a esa cifra el proceso contra Rousseff sería desestimado.

Las primeras estimaciones inclinaban la balanza a favor del PT con una ventaja de entre 40 y 50 diputados, de los cuales al menos unos 30 estaban indecisos. Eran cifras poco precisas, basadas en entrevistas con cada diputado, que en función del medio de prensa daban un resultado u otro. Con el paso de los días el número de parlamentarios pro impeachment aumentó. La ruptura del PP (47 diputados) y del Psb (31) con el gobierno equilibró las fuerzas.

Al menos diez partidos, entre los que se encuentra el Psdb de Aécio Neves, han confirmado que todos sus miembros votarán a favor del juicio político. Ex aliados del gobierno, como el Pmdb y el PP, así como otras seis siglas, han dado libertad a sus representantes para votar según sus pareceres personales, y el PT en principio contaría con el apoyo de siete partidos.

Hasta el último día Lula da Silva negoció con cada una de las fuerzas del Congreso dándole especial atención al “bajo clero”. El ex presidente ofreció cargos a las siglas más pequeñas que no tendrían ninguna oportunidad en un gobierno del vicepresidente Michel Temer, pero si prometían fidelidad a la presidenta podrían obtener ministerios tan importantes como el de Salud, y hasta la presidencia de la Caja Económica Federal. También se dedicó a negociar con posibles rebeldes del Pmdb y del PP.

“EL GABINETE DEL GOLPE.” Si el PT vende cargos para asegurarse fidelidad, la oposición comandada por el vicepresidente Temer hace lo mismo. Desde hace meses Temer se reúne con empresarios, partidos aliados y de oposición para negociar qué espacio podrían ocupar en su eventual gobierno. En la última semana el vice no tuvo ningún pudor a la hora de mostrar sus cartas y decidió filtrar a los medios una grabación en la que ensayaba el discurso que daría como presidente ante una eventual aprobación del impeach-
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Hace tiempo que Temer actúa como si Rousseff ya no fuera la mandataria, pero el audio que se filtró esta semana (él insiste en que fue “un descuido”) dejó sin palabras al gobierno. En la grabación cita un resultado con “una votación significativa” y se autoproclama como “líder de un gobierno de salvación nacional”, reafirma la agenda neoliberal económica y dice que el país deberá hacer “un sacrificio por el ajuste fiscal” y que es “el momento de unir a los empresarios y a los trabajadores”. También tiene palabras para las clases más humildes, a las que promete que “no va a acabar con las conquistas sociales” como la Bolsa Familia o las becas universitarias ProUni.

Al día siguiente de la “filtración” la presidenta Rou­sseff respondió duramente llamándole “golpista”, y dijo que esa grabación “intencional” demostraba “la arrogancia y desprecio que siente Temer por el pueblo brasileño”. Dilma también acusó al presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, de “conspirador” y de formar junto a Temer “el gabinete del golpe”.

Precisamente Cunha fue otro de los protagonistas de la semana pasada, cuando anunció a última hora del martes 12 las reglas para la votación del proceso. El viernes y el sábado serán los días en que la Cámara debatirá, y el domingo se hará la votación final. La idea de votar en domingo nunca le gustó al gobierno, ya que al ser un día festivo todo el país estaría pendiente y las movilizaciones en las calles, especialmente las favorables a la caída de Dilma, podrían influir en los diputados a la hora de dar su veredicto. Pero Cunha planeó hace un mes que caería en domingo para asegurarse de que los medios pudieran hacer una cobertura por todo lo alto.

Sin embargo, lo que más incomodó al gobierno fue el orden de la votación elegido por el líder de la Cámara: primero los diputados del sur del país y por último los del norte y el nordeste. El propio Cunha reconoció que lo haría así para “crear una onda a favor de la destitución de Dilma”, de modo que desde el comienzo los estados más conservadores (sur y sudeste) mostrasen su fuerza y desanimaran a los diputados nordestinos, muchos de ellos todavía indecisos. En el impeachment de Collor de Melo, en los noventa, fueron llamados por orden alfabético justamente para mantener una neutralidad dentro de la Cámara, pero ni Cunha ni Temer están preocupados por las apariencias: “Sólo en una republiqueta mequetrefe un vicepresidente y su equipo actúan a la luz del día para articular la destitución del presidente a cargo y asumir su lugar, y a nadie le parece extraño. Todavía es peor tener que oír que eso forma parte del juego democrático”, decía el periodista Leonardo Sakamoto en su blog del portal de noticias Uol.

LAS CALLES SE PREPARAN. Las calles también se articulan para defender a cada uno de los bandos. Desde el domingo los anti impeachment instalaron carpas en la plaza de Largo da Batata, cerca del centro financiero de San Pablo. A lo largo de la semana se organizaron en este espacio tanto grupos de discusión y debate como shows musicales que formaban parte del programa “No va a haber golpe”. Un poco más arriba, curiosamente más cerca de las sedes de los poderes públicos federales, en la Avenida Paulista, se mantenía el campamento de los pro impeachment, que duermen a las puertas de la Federación de Industrias y Empresas de San Pablo (Fiesp) desde hace un mes.

El lunes por la noche un gran acto con pesos pesados como Chico Buarque, Leonardo Boff y el actor Gregório Duvivier reunió en los Arcos de Lapa de Rio de Janeiro a casi 100 mil personas en “defensa de la democracia”. El secretario general de la Oea, el uruguayo Luis Almagro, también mostró su inquietud por la estabilidad democrática: “Nos preocupa que se haga un impeachment a una presidenta que no está acusada de nada y los que pueden accionar este proceso son congresistas acusados y sentenciados”, decía en el diario español El País.

Las manifestaciones más multitudinarias se esperan para el domingo. En la explanada del palacio de gobierno en Brasilia se ha construido un muro para separar a las “hinchadas” a favor y en contra. En San Pablo los espacios también se han dividido; en el centro se concentrarán los afines al gobierno y en la Avenida Paulista la oposición.

Se calcula que a partir de las nueve de la noche del domingo se podrá conocer el resultado. Si la presidenta no consigue los 171 votos para frenar el impeachment, el proceso seguirá en el Senado, donde se llevará a cabo otra votación. Esta vez con una mayoría simple la presidenta podría ver archivada su causa, o bien ser apartada de sus funciones durante 180 días, durante los cuales el vicepresidente asumiría el cargo hasta las nuevas elecciones.

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