—¿Cuándo nació, con qué fines y qué tipo de proyectos viene desarrollando Campo Abierto?
—Campo Abierto como proyecto nació en 2016 con pequeñas acciones. La idea movilizadora de entonces, y que ahora es todavía más fuerte, era generar un desequilibrio, un movimiento hacia el borde. Era un momento en el que se estaban instalando nuevas políticas públicas en términos de cultura, y personalmente entendía que se podía aportar desde otro punto de vista que el de la capital (Campo Abierto es una chacra de 10 hectáreas, a 9 quilómetros de la frontera con Brasil). El borde, la frontera, es una noción exquisita en términos conceptuales, poéticos y políticos. Y una frontera como Rivera, seca, abierta, todavía más.
En el borde todo se torna un poco borroso, los límites se difuminan, la norma ...
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