Algún distraído seguirá pasando por alto que no es falsa solamente la acusación de haber sido el factor que determinó el fin de los Beatles, sino también la enumeración de pecados que la preceden. Y, aun así, su nombre se volvió sustantivo: ser «la Yoko Ono» de alguien sigue siendo algo verdaderamente malo.
Pero, además, Ono era otra cosa que no le gusta mucho a la gente: una artista conceptual. Dice la mitología de la pareja que así fue como Lennon empezó a enamorarse de ella. Ono exponía en la galería Indica en Londres. Una de las obras era una escalera. Arriba de ella, en un panel blanco, estaba escrita una pequeña palabra ilegible y, a su lado, pendía una lupa. Lennon subió la escalera, tomó la lupa y leyó: «Sí».
Y «sí» fue, para siempre. Nunca se vio a un hombre tan perdidament...
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